Ana Caro Mallén, Contexto de las reales fiestas


CONTEXTO de las reales Fiestas que se hicieron en el Palacio del Buen Retiro.

A LA CORONACION DE REY DE ROMANOS, y entrada en Madrid de la Señora Princesa de Cariñán, En tres Discursos Por D. Ana Caro de Mallen.

 

Discurso I

A LA SEÑORA DOÑA AGUSTINA SPINOLA Y ERASO.

Entre los que han comenzado a ponderar la noble generosidad del señor Carlos Strata, también acreditada en sus aciertos, le ha cabido a mi grande inclinación esta poca parte, y aunque de muchas se hace alguna, jamás bastarán tantos escritos (aun cuando más anhelen en dilatados encarecimientos) a pintar ni aun en bosquejo lo menos de facción que ostentó lo más, del más que liberal ánimo suyo, en ocasión que la acción más alta pudiera parecer pigmea, nivelada con la grandeza del objeto a quien le dedico: todos la cantan, y aunque ninguno bien, ellos menos mal que yo, y yo más aficionada que todos ofrezco a V. merced ese Poema, inútil desperdicio de algunas horas, en cuyas atenciones aseguro a mi ingenio ricas medras, sino desmerece por obra de mujer, mas, cuando le dedico a mujer, aunque tan única, bien pienso que por humilde solicitará en su nobleza acogida, mi deseo para que luzca sus afectos, y V. merced en aceptarlos la nobilísima sangre que hereda de tantos señores, Cardenales y Pontífices, como en la clarísima casa de los Spinolas ha eternizado siempre, maravillas al mundo, y jerarquías al cielo. Guarde Dios a V. merced, con felices aumentos.
Servidora de V. m.
Doña Ana Caro de Mallen.

AL LECTOR

Lector Caro: si lo fuere para ti este Contexto, más por lo que te puede enfadar que costar, perdónale este pecado a mi ignorancia, advirtiendo que lo mal razonado de él, es haberse hecho sin intención de publicarlo, y con diferente asunto, como se conocerá en la remisión que he tenido para darle a la estampa; hágolo ya, mudándole el principio, causa de que vaya menos corriente, obligada, o persuadida de algunos aficionados. Suplícote le censures como tuyo, y le compres como ajeno, que con esto, si tú no contento, yo quedaré pagada.

Mal acordado el rústico instrumento,
La voz cobarde, el labio temeroso,
Torpe la mano, inútil el concento,
Bajo el estilo, el genio perezoso,
Turbado el pulso, tímido el aliento, 5
Sin tono el plectro, el brazo sin reposo,
Necio el discurso, ciega la memoria,
Aspiro al imposible de más gloria.

No poco la esperanza desanima
El que a esta acción (espíritu) la mueve, 10
Cuando atrevida en el impulso intima
Vuelo fatal de pluma, y cera leve:
Mas no halla escarmiento que reprima
El brioso ardor que a tal empresa debe,
Logrando la vitoria de este intento, 15
En la gloria del mismo atrevimiento.

Llegue de Manzanares al Pactolo,
Dulce no, afectuosa la voz mía,
Cobrando aliento en el objeto solo
Que pudo dar valor a su osadía, 20
Por mujer ignorante (oh claro Apolo)
Mal cursada en tu escuela, mi Talía
Favor te pide, dásele pues eres,
Preceptor de una clase de mujeres.

Atiende (oh sacro padre de la ciencia, 25
Del día honor, del cielo hermosura)
Al afecto, a la humilde reverencia
Con que mi celo tu favor procura:
Dígnese tu elocuente providencia
De prestar a mi acento su dulzura, 30
Podré hacerlo en mi lira repetido,
Alboroto a la fama apetecido.

Felipe el Magno, Cuarto Rey de España,
En grandezas primero; y sin segundo,
Heroico asombro a la Nación extraña: 35
Gloria del Austria, admiración del mundo;
El Grande, el Poderoso, en cuanto baña
Con dilatado imperio el mar profundo,
Donde Neptuno altares le construye,
y tesoros deudor le restituye. 40

Este Augusto invictìsimo Monarca
Que el Cielo guarde, numerosos años,
Contra las invasiones de la parca
Roca invencible a sus comunes daños:
Este, admirado en cuanto el Orbe abarca, 45
De adonde el sol al alba en blancos paños
A ser luciente vida al mundo nace,
A la noche, que en tumba parda yace.

Duplicando laureles a su fama
Gloriosa, en tantos hechos soberanos, 50
Con el clarín de sus trofeos llama
De Madrid, a los Nobles Cortesanos,
Recebimiento alegre de Madama
María, y elección del de Romanos,
Fernando Serenísimo de Hungría, 55
Celebran los aplausos en un día.

Dejo riquezas, gastos; prevenciones,
Grandezas, aparatos, y festines,
Donde lucieron tantas elecciones,
Encaminadas a gloriosos fines, 60
Donde logró el poder ejecuciones,
Porque admire Madrid en sus confines,
Librando en los afectos el desvelo,
En breve mapa, dilatado el Cielo.

Quiso su Majestad honrar la fiesta, 65
Premiando en esta acción, cuantos cuidados
Mostraron a porfía, o sobre apuesta,
En servirle, deseos bien logrados,
Obediente, y solícito le apresta,
Fiel en el gusto, leal en los agrados, 70
Su casa, y voluntad humilde y grata,
El genovés ilustre Carlo Strata.

Solicitó este honor (en la grandeza
Del gran Felipe) el celo, o la caricia,
De igualar con el premio la nobleza, 75
Que en Carlos aún venera la malicia
Tan gran dicha, blasón de tanta alteza,
Bien se le debe a Strata de justicia,
Pues de su Patria, honor feliz se muestra,
Si espejo inimitable de la nuestra. 80

No hablo en su calidad por ser notoria,
En cuya sangre tantos resplandecen
Varones claros, dando a la memoria
Heroico aplauso en quien las suyas crecen:
Génova mira en él toda la gloria 85
De sus antecesores, pues florecen
En sus sacros antiguos protocolos,
Solos en letras, como en armas solos .

Es de la Nobilísima Agustina
Esposo digno, si consorte claro, 90
En sangre, y en Nobleza peregrina,
y heroico ejemplo de virtudes raro;
Spinola llustrísima, no Espina,
Rosa sí, cuyo olor es dulce amparo
A cuantos de su sombra se han valido, 95
y en ella su ventura han conseguido.

La Nobleza de Spinola y Eraso,
Ilustran el valor de esta señora
Con quien el Cielo en nada anduvo escaso,
Pues que de tanta perfección la honora: 100
Ensalza su apellido al mismo paso.
Que su Nobleza, la que el mundo adora,
Silla Pontifical, sin que se arguya
Por novedad en la ascendencia suya.

Con acuerdo del Cielo, según creo, 105
Por consuelo de pobres, y afligidos,
Se vieron en los brazos de Himineo
Ambos, estrecha, y dulcemente unidos:
Siempre apacible, y grato su deseo,
Remedio a tristes, dicha a desvalidos, 110
Si daños reparó, contrastó fuerte
De su fortuna vil, la acerba suerte.

De franca y liberal su mano pasa
A magnífica en todo, siendo altivo,
Ejemplo de piedad, que da sin tasa 115
Sólo obligado de su leal motivo,
Afrenta noble de avaricia escasa;
Que fuera del asiento y donativo,
Sirve al Rey, de la guerra en las facciones,
Con puntual socorro y provisiones. 120

Mas en esta materia en vano muevo,
La pluma, como en todas, que imposible
Será contar los átomos a Febo,
y grandezas a su ánimo invencible,
Entró el Rey en su casa (blasón nuevo, 125
Que obliga a Carlos todo lo posible)
Cuando en esta fineza recompensa,
Su amor, su voluntad, y su fe inmensa.

Fue pues, su Majestad, a quien Dios guarde,
y el Guzmán valeroso, Duque Conde, 130
A las tres, poco más, de aquella tarde,
A la del Noble Strata, casa donde
De su franca riqueza hizo alarde
El ánimo que bien se corresponde
A la sangre ilustrísima que hereda, 135
Sin que la emulación borrarlo pueda.

Agradeció incansable, el peregrino
Favor, que el gran Felipe le hacía;
Besó la Real mano, que el divino
Cetro, rige de aquesta Monarquía, 140
El Conde de la Fuente, y Galvarino,
Yerno, y sobrino, en bien cortés porfía
Se la besan con dulce regocijo
Y don Joseph, su valeroso hijo.

La grandiosa mansión alborotada, 145
Viéndole venturosa, y felizmente,
Si de blasones nuevos ilustrada,
Del sol mayor del mundo, nuevo Oriente:
Cielo mira su estancia dilatada,
Y átomo, aun al descuido no consiente, 150
Previniendo gustosa en el cuidado,
Lo que él tomó a su cargo adelantado.

Diole Carlos al Rey, como quien sabe,
Que libra de su ser el desempeño
En esta acción, una dorada llave, 155
Resignación debida al propio dueño:
Con apacibilidad, dulce y suave,
Semblante afable, rostro halagüeño,
Indice de su gusto, y alegría,
El César admitió esta bizarría. 160

Admiró la grandeza prevenida,
A su Real Majestad, a su decoro,
Y en lo menos que mira, ve corrida
La más preciosa estimaci6n· del oro:
Cada pintura a suspensión convida, 165
Aquí se ve una mina, allí un tesoro,
Maravillas aquí, y acullá espantos,
Sin que los ojos puedan mirar tantos.

En su agradable espacio se reparte,
(Sea lisonja al gusto, o sea soborno) 170
El mas sutil primor, que pudo el arte
Pintar, venciendo el natural adorno,
Un cielo era la casa en cualquier parte,
De aseos, y de joyas llena en torno,
No excediendo, aunque exceso su riqueza, 175
A la disposición de su belleza.

Vanagloria ostentaban los primores
Del arte, reducida a los preceptos
Que inquirió la elección, superiores,
y la agudeza imaginó perfectos, 180
Sus milagros aquí se ven mayores,
Pues logrando disignios tan discretos,
Hace de sus pinceles lo pulido
Reseña de su estudio prevenido.

Soberbia, desatino, o arrogancia, 185
(Cuando no de ambición. achaque sumo)
Es la ponderación de mi ignorancia,
Cuando pintar aun lo menor presumo:
Tempestad de suavísima fragancia,
Suspensión espiró en sabeo humo, 190
De diferentes y olorosas pomas,
Llanto de Electro, de Pancaya aromas .

Con notable agudeza y artificio
Todos los pasos de la grande escala
Taladrados se ven, al desperdicio 195
Del vivo olor, que la fragrancia exhala,
De sutiles ingenios, claro indicio,
De céfiro y favonio, aliento y gala,
Que en el hueco de cada breve rima,
Al tercero sentido gloria íntima. 200

Gustoso examinar pudo el cuidado,
Con que su Majestad notaba, cuanta
Curiosidad pulió lo retirado,
Donde lo menos fue riqueza tanta,
Mas pareció en el Rey razón de estado, 205
El favor con que a Carlos adelanta,
Que ir a vestirse, pues echó con esto
A las demás finezas todo el resto.

Doce piezas bellísimas había,
(Que quiso ver curioso), continuadas; 210
Tras ellas una hermosa galería,
Descanso a sus estancias dilatadas,
De curiosa y sutil tapicería,
Se ven hasta las cimbras relevadas;
Y el suelo de riquísimas alfombras, 215
Que bosqueja de abril el lienzo en sombras.

Una cuadra se ofrece, donde enmienda,
Todo viviente la pensión de humano,
Que obstentó en más esplendida merienda
El gran convite de aquel Rey tirano. 220
Detiene el apetito allí la rienda
y distinción procura hacer en vano
De lo que en su abundancia el gusto obliga:
Pues más se cansa, y menos lo consigue.

Al cuarto pasó el Rey del de Olivares, 225
No menos admirable que costoso,
Y en riquezas y adornos singulares
Le halló igual, y conforme al suyo hermoso.
Sobre un bufete rico vio dos pares
De salvillas , de aquel metal precioso, 230
Que alentar pudo con indigno exceso,
En Midas la ambición, lo avaro en Creso.

Corrió su Majestad un sutil velo,
Que nube fue, a luciente tropa bella
De preciosos diamantes, que el desvelo 235
Del viril perfiló y el oro sella;
De Carlos se miró el ardiente celo,
En el rayo menor de su centella,
Cuyo valor costoso, y rico aprecio,
Por grande; apenas pudo tener precio. 240

Estos sirven de esmalte a una cadena,
o al tope, o fondos, Jerarquía ardiente,
De luceros brillantes que enajena
La vista con su luz resplandeciente
Desvanece el ofir su rica vena, 245
En un gran Relicario, que pendiente
Guarda reliquia de la Cruz triunfante,
y de la Sacra Inés, Virgen Constante.

Dos ricas, y hermosas pastilleras,
A donde con primor se mira escrito, 250
Victoria, por premisas verdaderas,
De los sucesos de Felipe Invicto.
Una Cruz de cristal, que las primeras
Victorias goza ya por su infinito
Precio, pues en los rayos excedía 255
Del Ceilán a la ardiente argentería.

Excusó este regalo su Excelencia
Del Conde Duque, mas el Rey Augusto,
Le previene por ley de su obediencia,
Que agradecido a Carlos le dé gusto, 260
No replicando muestra en su prudencia,
El Guzmán, de su pecho el celo justo,
y haciendo a la cudicia vil afrenta,
Al Rey las joyas liberal presenta.

No hay sala, o camarín que no inquiete 265
Del Cuarto Sol el rayo luminoso.
Pasó desde su cama a otro retrete,
Rico de joyas, de pintura hermoso,
y halló sobre la cima de un bufete,
Ministrando volumen oloroso, 270
El número de cuatro pastilleras,
Que reducen las siete a sus esferas.

En ellos con primor están grabados
Los nombres de Filipe, e Isabel
Divina suspensión de los cuidados: 275
A cuya gloria: todo triste apela;
De coral, cristal y oro dos preciados
Extremos, que en su extremo se desvela
El artificio, obrando maravillas:
Halló dos preciosísimas salvillas 280

Estas haciendo a su Grandeza salva,
En su riqueza o su arabición le ofrecen
Desperdicios del sol, risas del Alba,
Que en epicielos de oro resplandecen
Estimaciones de su aprecio salva, 285
En los que los perfilan, y guarnecen,
Claros celajes, cuyos arreboles,
Viéndose rayos le duplican soles.

Añaden vanidad preciosa al oro,
Donde se hallan ricamente unidos 290
Términos alargando a su tesoro,
De quilates más puros, más subidos,
De una cadena ilustran el decoro,
Números dando a su valor crecidos,
Cuyo milagro muestra sincopado, 295
Dentro en sus orbes todo el estrellado.

Un relicario en ella, guarda, o cela,
Haciendo a la atención que se anticipe,
Donde el buril, y el arte se desvela,
Porque de sus prodigios participe, 300
Vista a una parte, a la otra centinela
Son de santa Isabel, y San Felipe,
Reliquias, a quien puso el oro leyes,
En memoria del nombre de los Reyes.

República de llamas, Etna a donde 305
Se miran de la noche antorchas vivas,
En bello globo el relicario esconde
Por lineas de su aurora primitivas,
Al tope, o fondos, realza, o corresponde,
Su perfecci6n, o su riqueza altivas, 310
Ajustando conformes, si divisos
Fulgores los cambiantes, luz los visos.

Dos urnas de oro, de curiosa hechura,
Cuyo valor se engasta de preciosas
Piedras, cuando en su precio el oro apura, 315
De America las venas más copiosas.
Dos cajas de lo mismo, en quien procura,
Mostrar el Arte, en cifras generosas
Los reales nombres, y el que en gloria baña,
Baltasar, amantísimo a su España. 320

Con generosidad afable, y grata,
Aceptó el gran Monarca el amoroso
Deseo, donde intenta CarIo Strata
Muestra hacer de su celo cuidadoso,
El cual su heroica voluntad: retrata, 325
y liberal cuidado efectuoso.
En tan alta ocasión mostrando activo,
Que es de amor, y lealtad ejemplo vivo.

Dio al César memorial, donde le pide,
Le pague, cuando le honra tan sin tasa, 330
Con favor, que a ningún favor se mide,
Pues que de honor a ser exceso pasa,
Que en tanto que los términos divide,
El tiempo lisonjee dueño y casa,
y elija lo que fuere de su gusto, 335
O se sirva de todo pues es justo.

No pondero, no alabo la grandeza
De la resolución de estas acciones
Tan propias en la sangre, en la nobleza
De Strata, y sus lucidas perfecciones, 340
Su ánimo (aun mayor que su riqueza)
Lleno de soberanas ambiciones,
Emulo a los olvidos, fama adquiere,
Con que a los nueve invictos se prefiere.

Viendo su Majestad, que su desvelo 345
Es servirle, mostró que se agradaba
De una cama de rojo terciopelo,
Que en tela a flores, rica se aforraba,
Si maravillas hubo, yo recelo,
Que aquesta fue la Maravilla Octava, 350
Cuando por su valor mejor pudiera
Ser de todas las siete, la primera.

La madera, que solio peregrino
A suspender bastó, embarazo al viento,
Ebano negro, o azabache fino
Se vio milagro, se celó portento.
Lo diáfano, brillante, y cristalino
Del diamante suspende el valimiento,
Solo aspirando a oposición tan bella,
Pues no hay cosa que ver, después de vella. 360

Una tapicería de oro y seda
De hermosas, y riquísimas labores,
Donde el arte monstruosa hace que exceda
Su estudio al natural, y sus primores,
Corta de mayo la pintura queda 365
De Amaltea caducas son las flores,
Cuando con ella competir procuran,
Pues menos bellas son, y menos duran.

Ocho pomos de plata, que dorados
y grandes, recogieron cuantas llora 370
Perlas el alba, electros distilados
Por el claro alambique de la Aurora,
Sustitución fragante de los prados
Donde oloroso imperio anima Flora,
Dándoles de su aliento en el trabuco 375
Ambar, almizcle, algalia, y calambuco.

Un brasero de plata (inexpugnable
Roca) cuya hechura fue desprecio
Por curiosa, por bella, y admirable
A toda la riqueza de su precio, 380
y del mismo metal, inestimable
Por la sutil labor, digna de aprecio
Una rica, vistosa escribanía
Donde el cincel mostró su valentía.

Otro día a Palacio lo remite 385
Con generosa mano, y franco pecho,
Haciendo que la envidia facilite
Aplausos a pesar de su despecho.
Su Majestad su voluntad admite
De sus muchos servicios satisfecho, 390
Galardonando justas esperanzas,
Con posesión de eternas alabanzas.

Los dulces, las sabrosas colaciones,
Suaves, olorosas, regaladas,
Diversas en materias e invenciones, 395
A los ojos, y al gusto sazonadas,
De Lisboa y Valencia prevenciones,
Que Zaragoza y Génova admiradas
Ven competir con las que allí rindieron,
Que el Non Plus Ultra al apetito fueron, 400

Mandó el Rey, que se den a la Condesa
De Olivares Ilustre, porque quiere
Lograrlos todos en su Real mesa,
Precepto que en su agrado bien se infiere
Obedeciendo aquesta ley expresa 405
Al jueves de Cuaresma se difiere
El enviarlos, porque los más días
Vio en el Retiro el Rey las alegrías.

Gentilhombres de Cámara, y Señores
Con opulencia grande, y peregrina, 410
Tuvieron desperdicios superiores
En que Epicureo el gusto le examina.
Depositaria fue la que de flores
Es depósito grande (aunque menina,
Sin que contradicción alguna implique) 415
Doña Francisca, honor de lo Manrique.

El Conde Duque, la Condesa, y Damas
Alcanzaron también parte infinita
De regalo tan grande, a quien ya aclamas,
O aplauso cuando el mismo se acredita. 420
Trofeo digno fue de eternas famas,
En vano el tiempo vano le limita
Acuerdo numeroso en lo futuro,
Si él se eterniza en inmortal coluro.

Y en vano ingenio humano aunque presuma 425
De acierto inteligente y soberano,
Podrá hacer de estas grandezas suma,
Que toda presunción es viento vano,
El asunto inmortal, mortal la pluma,
La materia divina, el genio humano 430
Mal podrán acordar las consonancias,
Estando indiferentes las distancias.

Ya el Planeta mayor, antorcha clara
Del cielo, fénix de su ardiente urna
En más templado fuego, o lumbre avara 435
Al antípoda ofrece luz diurna,
De nubes revocó su hermosa cara,
Y tropel luminoso a la nocturna
Obscuridad cedió, porque su coche
De estrellas blancas, negro velo abroche. 440

No hicieron falta sus lucientes rayos,
Que en la casa de Strata tantos giran,
Que a los suyos pudieran ser desmayos,
Quando en León mayor aliento espiran.
De su cielo bosquejos, sino ensayos 445
En quien los cielos mucho día admiran,
Esta noche pudieran ser los cielos
De su lumbre, teniendo envidia, o celos.

Chapiteles, balcones, y ventanas
De hachas, y faroles se coronan, 450
Mostrando alegres, pregonando ufanas
La gloria, y nuevo honor de que blasonan.
Llegan volando a su elemento vanas,
y las mismas estrellas no perdonan,
Que es tanta la ambición de sus centellas, 455
Que se atreve soberbia a las estrellas.

De las lumbres la máquina fue incierta,
Por ser la casa ardiente Mongibello,
Adonde la Aritmética no acierta
A contar tanto rayo en tanto cielo. 460
Diose toda la tarde franca puerta,
Y mesa franca, general consuelo
De cuantos los tinelos solicitan,
y en ellos muerto aliento resucitan.

La gula o hambre entraron allí a saco 465
Hallando liberal, y prevenida
Al tiempo estéril, al anhelo flaco,
Tan opulenta, espléndida comida.
La madre Ceres, y el robusco Baco
A todos llama aquélla, éste convida, 470
Fiados más, que en su abundancia, al doble,
En el grande valor de Strata noble.

Expendió aqueste día gran tesoro
Entre los oficiales, y criados
Del Rey nuestro señor, que en su decoro 475
Laureles son de honores duplicados,
Guantes, preseas, joyas, y de oro
Mil escudos, o más, tan bien logrados,
Que Alejandro le intima sin segundo,
Pues magnífico en paz conquista el mundo. 480

De allí salió el Monarca Poderoso,
y al despedirse del ilustre Strata,
Le abrazó con semblante caricioso,
y le dijo con voz afable y grata:
Reconocido voy, cuanto gustoso, 485
Carlos, de la lealtad que en vos retrata
El desvelo mayor, y agradecido
A lo bien que de vos estoy servido.

El noble Genovés, que el cumplimiento
Remite a los efectos de la obra, 500
Poco explica su mucho rendimiento,
Faltando al dicho, cuando al hecho sobra,
y así entre su alborozo, y su contento,
Su silencio el más sabio nombre cobra,
Pues con menos retórica, que afectos 505
Pide perdón al Rey, de sus defectos.

Con ser tan generoso, y tan valiente
Su ánimo liberal, que solicita
Piadoso remedio en el que siente
Que de consuelo el pobre necesita, 510
El valor de su espíritu, el ferviente
Celo quedó después de esta visita
Como en grandeza tanta se ha animado,
En los Reales alientos transformado.

Animoso y alegre el gusto halaga 515
Con haber satisféchose a sí mismo
Sirviendo al Rey, sin otro premio, o paga,
Contra el común usado barbarismo.
Ni busca galardón que satisfaga
A su fineza, de lealtad abismo, 520
Mas del dichoso fin de su deseo,
Donde halla triunfo, gloria, honor, trofeo.

Su esposa nobilísima e ilustre,
A quien el cielo dones mil reparte
De Spinolas, y Erasos, claro lustre 525
Espejo de virtud, ingenio y arte,
Sin permitir, que en esta acción deslustre
El acierto, el valor, la mayor parte
Del cuidado, desvelo, y diligencia
Fue de su lucimiento su prudencia. 530

Deja, pluma ignorante, deja el vuelo,
No intentes presunciones atrevida,
No penetres Región donde recelo,
Que es el riesgo menor mayor caída,
Ni acredites delito el que es desvelo, 535
Solicita perdón reconocida,
Pues ves que en tu rudeza se profana
Materia tan grandiosa y soberana.

Inclito genovés, honor de aquella
Famosa, cuanto noble Patria tuya, 540
Más vana ya por ser tu madre bella,
Que por la antigüedad gloriosa suya,
Recibe aqueste don poca centella
De mi afición, para que de ella arguya
(Si bien de ciencia y agudeza faltos) 545
Tu apacible piedad, intentos altos.

A tu consorte generosa y clara,
A cuya piedad mi ruego aplico,
Por Noble, llustre, Peregrina, y Rara,
Que admita mis borrones le suplico, 550
Si por mujer, como mujer me ampara;
No aspiro a premio más grandioso, o rico,
Pues todo premio es corto a los honores,
Que ya espero gozar en sus favores.

Que atenta escuche de mi inculta musa, 555
El que de nuevo a la atención registro
Canto, aunque no en cristales de Aretusa,
El aliento animé, cisne del istro,
y en el verá cifrada, o mal difusa,
Facción, que en bajo trono le ministro 560
Al de Olivares, del Español Marte,
En que tú no tuviste poca parte.

Discurso II

AL EXCELENTISIMO Señor Don Gaspar de Guzmán Conde de Olivares, Duque de Sanlúcar la Mayor, Camarero, y Caballerizo mayor de su Majestad, de su Consejo de Estado, Comendador Mayor de Alcántara, Capitán General de la Caballería de España, gran Canciller de las Indias, Alcaide de los Alcázares de Sevilla, y Triana, Alguacil Mayor de la Casa de la Contratación.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR

La Relación de las fiestas Reales del Buen Retiro, que escribí a Sevilla, y V. Excelencia vio, me han pedido que imprima, hágolo así, y siendo V. Excelencia a quien se le deben de justicia las gracias de todo lo más admirable de cuidado, y lucimiento del asunto. También se le deben de razón todos los aplausos, en estos borrones porque saliendo debajo de la protección de su Excelentísima mano, que mil veces beso, ellos alcancen valor, V. Excelencia ejercite su piadoso oficio, y yo tenga en la Grandeza, y bondad de V. Excelencia, generoso amparo, cuya vida guarde Dios, para que en ella aumente España felicidades.
Criada de V. Excelencia.
Doña Ana Caro de Mallen.

Guiada del espíritu ambicioso,
O el deseo curioso
Del gusto, que apetece
Lo que en los imposibles desfallece,
Quise ver a Madrid, Corte Española, 5
Grandioso mapa donde se acrisola
El valor, y nobleza,
y en quien se deposita la grandeza
De dos claras serenas Majestades,
Divinas, aunque humanas deidades, 10
Términos acortando à la jornada
(¡Oh impulso de mujer determinada!)
Dejé a Sevilla dulce patria antigua,
Que en sí sus excelencias averigua
El Betis caudaloso, y su ribera, 15
y a mis dichas busqué segunda esfera
En esta insigne villa
Del orbe la primera maravilla,
Cuya grandeza admiro y reverencio
En las veneraciones del silencio 20
A quien sus altas alabanzas fío,
No al tosco ingenio mío,
Que es aprehensión loca
Recoger mucho mar en urna poca.
Llegué a Madrid primero 25
Del erizado Enero,
Mas triste, que cansada,
Tomé a la Red de San Luis posada,
y a mi venida el cielo
Salva hizo de nieve, escarcha, y hielo 30
Por más de cuatro días,
(Triste presagio a las desgracias mías)
Pues que severo por la misma causa
Puso límite, o pausa
A su lumbre, cubriéndose de luto, 35
y de horrores, y llantos mal enjuto,
En su rigor me advierte,
No que se duele de mi triste suerte,
(Que extraña, sí, el rigor que me congoja)
Cuantos vierte, y deshoja 40
Jazmines y azucenas,
Torres de plata, de cristal almenas
Sobre la tierra destroncadas yacen,
Muriendo fuentes, cuando flores nacen,
Pues desatada su materia leve, 45
Agua se mira aquí, la que allí nieve,
Que desmentida en copos
Da a los desnudos chopos
De blanca tela vestidura rica,
y sobre ellos castillos edifica, 50
y barbacanas en fagina engasta,
Poniéndoles de azahar escuadra casta
Bastante a defenderlas
Con la brillante munición de perlas,
Que el hielo disparó en menudos ampos 55
De Madrid, y sus campos.
Escarchado tapete,
Plateado pespunte de ribete,
Que a tantos montes guarneció las faldas
Siendo a un tiempo guirnaldas 60
A las caducas frentes,
Que sustentan sus cuellos eminentes
De brutos diamantes,
Cuyos crespos pinjantes
Se miran hoy lucir en Guadarrama, 65
Sin deshacerse en la flamante llama
De más de treinta Soles,
Que han mirado su lumbre en los faroles
De vidrio cristalino,
Que en sus puntas espejo les previno. 70
Pisé a Madrid, y luego
Un dulce natural desasosiego,
Un afecto gustoso,
Un gusto afectuoso,
Un anhelo inquieto 75
Esforzaba el amor en el respeto,
Alentado el deseo (cosa rara)
Por vede al Rey la cara,
Ved lo que puede el curso
Del natural discurso, 80
La razón lo que puede,
Pues en una mujer tanto se excede
El dictamen común que nos inclina.
Mas en vano examina
Desvelos la ambición para este empleo, 85
Pues burlando el deseo,
La esperanza acobardo
Con irse el Rey al Pardo,
y toda la grandeza de su Corte,
Que la condujo norte 90
Al venturoso espacio
De aquel Real Palacio
Por mas de tres semanas:
Volvió a Madrid, y halló las Cortesanas
Voluntades dispuestas 95
Al regocijo de tan grandes fiestas,
Que en su ponderación parece agravio
Mover la pluma, ejercitar el labio,
Porque la admiración halla en su duda
La aclamación sin voz, la lengua muda, 100
Corta la digresión; necio el dictamen,
Ciego el discurso, el genio sin examen,
Mas aunque no conforme
A la grandeza suya aqueste informe,
Mi Musa por mayor, con tosca pluma 105
Cantará lo menor en breve suma.
El Conde Duque Ilustre de Olivares,
A quien erige altares
La fama, y como ejemplo
De mérito y virtud, es en su templo 110
Idolo a quien venera
Por maravilla de piedad primera,
A cuyo sacro bulto
Aun la pálida envidia ofrece culto
En sus dichas corrida, 115
En su celo oprimida,
En su valor postrada,
En su cristiano afecto despechada,
En su ingenio despierta,
Triste en sus obras, en sus glorias muerta. 120
El Guzmán valeroso
Tantas veces famoso,
Cuantas su merecer ha laureado
Su estudioso cuidado,
Su celoso desvelo, 125
Polo firme en que el cielo
De nuestra España estriba,
Y a su máquina altiva
Sirve Olimpo eminente,
Cuyo entender prudente, 130
Fiado en la grandeza de su dueño,
Ha sido a la corona desempeño,
Ha sido al mundo asombro,
Atlante cuyo hombro
En fuerza y en valor Atlante afrenta, 135
Y más firme sustenta
Con esfuerzo gallardo y peregrino,
Del orbe cristalino,
El peso inmenso de su real cumbre,
Y siendo de su lumbre 140
Segunda causa predomina efetos,
Escudriñando sabio los secretos
De las sacras benévolas estrellas,
De cuyas fijas influencias bellas
Con aciertos científicos reparte, 145
Premiando la virtud en toda parte
Y sin que opuesta emulación lo estorbe,
Del mayor, del más alto Rey del Orbe
Se ve feliz hechura,
En quien lucir procura 150
La fuerza de su brazo poderoso,
Temido siempre, siempre vitorioso
En todo el Hemisfero,
Cuarto en el nombre, en el valor Primero,
Felipe el Grande, a quien alegre llama 155
Su misma heroica fama,
Hija de sus acciones invencibles,
César de los mayores imposibles,
Que con mayor renombre
Apenas llega el rayo de su nombre, 160
Cuando haciendo que. César se avergüence,
Todos los atropella, rinde, y vence,
De cuyas altas glorias .
Láminas son felices las memorias,
Para que eternas en su acuerdo vivan, 165
y en desvelos, y estudios le aperciban
De aplausos bien seguros
En los siglos futuros
Laureles inmortales,
Que ilustren los anales 170
Contra el común olvido,
En todo al velo humano tan mentido,
Que desmentidos en lo soberano
Los indicios de Humano,
Divino se acredita, 175
y fénix en sus glorias resucita
De sus antecesores
Las grandezas mayores,
Las gracias dilatadas,
Que en tanta Majestad se ven cifradas 180
En el grado mayor, más excesiva,
Como en su propio archivo,
Rey el Mayor de los humanos Reyes,
Que a todos pone leyes,
y con grandeza tanta 185
Al ingenio divino se adelanta
De su glorioso abuelo,
A quien tan justamente llama el suelo
Inclito, y sabio Salomón segundo,
y más claro en las ciencias, más profundo 190
Se añade de virtudes el compuesto,
Donde se mira cuidadoso el resto,
Con que al formarle quiso
Mostrar el cielo prevención, y aviso
Donde se advierte el arte sin cuidado, 195
Donde se ve el valor con desenfado,
Sin afecto la gala
Tan airosa, que sola ella se iguala,
Acrisolando gracias tan discretas,
Virtudes tan perfetas, 200
y perfeciones tales,
Como lucen iguales
En su grave caricia,
Su piadosa justicia,
Su templada prudencia, 205
Su fuerte resistencia
En quien la Iglesia halla firme amparo,
Fuerte, Invicto León, y Sol preclaro,
Que en fus fulgores baña
No solamente a España, 210
Pero del Norte, al Sur, de Batro, a Tile,
Sin haber astro, o luz que no aniquile
La fuerza de la suya,
Porque su claro resplandor se arguya,
Pues por antonomasia 215
Rayo de Africa, y Asia
Le tiembla el enemigo,
Llora el Galo corrido en el castigo,
Teme el Belga su daño en la evidencia,
Flaco siente el Sueco la experiencia, 220
Triste gime el rebelde el desengaño,
El Hereje confuso acusa el daño
Ambicioso trofeo de su arte,
Mas dejando paréntesis aparte
Digo, que el Duque de Sanlúcar noble, 225
Para lucir al doble
De su leal cuidado los quilates,
Pues ya le mira el mundo fiel Acates,
De Eneas más piadoso,
Si de Alejandro no, más poderoso,
Efestión más caro
Desempeñando su renombre claro
En esta fiesta intenta,
Que la desposición esté a su cuenta,
y ansí para lucilla 235
Llamò a don Juan de Castro y de Castilla,
Corregidor, y Conde de Montalvo,
De quien pudo fiar muy a su salvo
Cuidado y prevenciones
Con la satisfacción de sus acciones, 240
O con la aclamación de sus aciertos
En todo tan activos, tan despiertos,
Como se mira en tantas experiencias,
A costa de incansables asistencias
Hijas de su cuidado, 245
También afianzado
En los Reales servicios,
Que juzga a desperdicios
Las horas que no asiste de algún modo
Su desvelada voluntad a todo, 250
Sin perder un instante
De tiempo en lo importante
De prisa, en lo forzoso,
y venciendo su celo a su reposo
Solamente se cansa, 255
Cuando incansable alguna vez descansa,
y cuanto sus afectos cuerdos obran,
Sus alabanzas en efetos cobran
Justas aclamaciones,
Logrando aplausos de las atenciones, 260
Que le anotan del tiempo en el registro,
Por el mayor Ministro,
Que ha sustentado al doble
En el gobierno de esta Villa noble,
En los Consejos de Hacienda y Guerra, 265
Como quien tan heroica sangre encierra,
Valor, prudencia, y celo,
Tal es la prontitud de su desvelo.
Mandóle su Excelencia el Duque Conde,
Sabiendo cuan altiva corresponde 270
Su voluntad, a su obediencia expuesta,
Que de esta grande fiesta
Asistiese al cuidado.
Fue el primero motivo haber llegado
La divina Francesa, 275
De Cariñán Princesa,
De nuestra Reina prima,
A quien el Rey estima,
y festeja la Corte,
Dignísima consorte 280
De Tomás de Saboya.
Aqueste regocijo más apoya
El general aplauso, y alegría
De que a Fernando invicto Rey de Hungría
Con lauros soberanos 285
Alemania eligió Rey de Romanos,
Coronación feliz, elección alta
Con que la Fe Católica se exalta,
Tan deseada del Monarca Augusto,
Que bien fueron premisas de su gusto, 290
De su alegría pruebas,
Que una noche Madrid (venturas nuevas)
Viese sin nubes de su día el giro.
Mandó el Conde allanar junto al Retiro
Una agradable plaza, 295
En cuya grande y espaciosa traza
Se vía desde afuera
Una Troya murada de madera,
Que en el primor, y altura inaccesible
Fue al crédito imposible 300
Su vista milagrosa,
Tan fuerte, tan vistosa,
Que bien pudo ella sola en la apariencia
Intimarse a sí misma competencia,
De las dudas hallado desembargo. 305
Tuvo de largo a largo
Docientos y noventa
Pasos, y otros docientos y cincuenta
Ocupaba el través de su medida,
Juridicción grandiosa y extendida, 310
Donde la vista zozobraba objetos.
Perdiendo los afectos
De las especies vivas,
Desvaneciendo el tino, y las visivas
En la misma grandeza prodigiosa, 315
Cuyo cuerpo, o cabeza montuosa
Se coronaba de murallas nuevas,
Que envidiarlas pudieran las de Tebas,
Fundadas con armónica dulzura,
Si en la igualdad consiste la hermosura 320
De las correspondidas perfecciones.
Ilustrábanse en torno de balcones
Donde estaba obediente y ajustada
La madera labrada
A la fuerza del arte, y sus primores 325
Pintados corredores
De plata, de carmín, azul y oro,
Daban a su hermosura más decoro,
y de cercas, y lejos
Mentía la verdad en los bosquejos 330
De los mismos pinceles
Desempeños fieles
Del arte, diestra en naturales robos,
De trecho a trecho con dorados globos
Los balcones el sitio terminaban. 335
Sobre la superficie se miraban
Con primor y agudeza retratados,
Copia de mascarones plateados,
O cabezas de focas,
Que abriles inundaban por las bocas 340
De flores contrahechas,
Con artificio hechas
Se miraban iguales
Desde los pedestales
En orden divididas, 345
Gradas a la fachada bella unidas
Para servir de asiento
Al pueblo, y de embarazo alegre al viento.

A nuestra Serenísima alta Reina, 350
Que justamente en nuestras almas reina,
Del Sol de España Aurora,
Que su Horizonte claro argenta y dora.
Balcón se le previno
En la frontera del Doctor Divino, 355
Por ser la parte donde
La puerta principal se corresponde:
Este se vio adornado
De oro, seda, y brocado,
y tan vano el brocado, el oro y seda,
Que no hay tesoro que igualarlos pueda, 360
Pues alcanzan soberbio valimiento
Sirviendo al Alba de dorado asiento,
En cuyas ambiciones
Logró su vanidad estimaciones.
Alli libró el aseo 365
Admiración y escándalo al deseo,
Que ignora, o duda tantas maravillas.
Doradas barandillas
Guarnecen el balcón precioso en torno,
Sirviéndole de adorno 370
Resplandecientes marcos de cristales,
Porque los celestiales
Soles miren por ellos,
De su divina luz átomos bellos.
Sobre este feliz trono 375
De aquel sacro fulgor que ha sido abono
Generoso de Francia
Honor de las mujeres, y arrogancia
De los pinceles de naturaleza,
Que perfetos se ven en su belleza. 380
Con divina armonía
Un espacioso círculo se vía,
O pintada cartela
Donde un sol hace a un mundo centinela
Con poderosos rayos, 385
Sin que nubes le turben con desmayos,
Sin que horrores se opongan a su lumbre.
Desde su altiva cumbre
Bañaba de esplendor el Orbe entero
Indice verdadero, 390
Que el sentido interpreta,
Pues deste Cuarto celestial Planeta
De España gran Monarca,
Tanto la lumbre soberana abarca,
Que aun hasta el clima más distante llega. 395
y como el Sol visita la Noruega
Después de haber llegado
De la Equinocial al sitio helado
Por el sitio de oscuros arcaduces,
y la llena de gozo con sus luces, 400
Así este Cuarto Sol claro Filipo,
Cuyo rayo anticipo
A todos los de Apolo,
Por excelso, preclaro, grande y solo,
Si se ha mostrado acaso 405
En alumbrar escaso
Nación alguna, bárbara y resuelta,
El darà presto al Equinocio vuelta
Por los opuestos ejes
Domando ingratos, sujetando herejes. 410
Entre las lineas, luces, y reflejos
Del sol de esta tarjeta, y sus espejos,
Cambiante se penetra
Lustral, et fovet, por enigma, o letra.
Sirvénle a la tarjeta por los lados 415
De corona, unos globos plateados,
y llenos de ambiciosas presunciones
Se miran de las Damas los balcones
Cubiertos asimismo de oro y seda,
Sin que la vista pueda 420
De lo rico, o lo hermoso
Distinciones hacer con el curioso
Discurso, antes en vano
Por lo divino, se fatiga humano.
Sus fachadas guarnecen 425
Unas tarjetas donde resplandecen
De nuestro Rey católico grabados,
Heredados blasones, y ganados,
Sujetos a su nombre sin segundo,
De los Reinos de España, y nuevo mundo, 430
Que descubrieron con valor bizarro
Cristóbal de Colón, Cortes, Pizarro.
Anunciando alegrías
Domingo de Febrero a quince días
El festín se ordenó, para que viera 435
Madrid toda la esfera
Con que se adorna el celestial zafiro,
Reducido a la plaza del Retiro.
Hízose aquella tarde
De lo rico y hermoso grave alarde, 440
Gustosa confusión, buscado sitio,
Apacible inquietud; penado gusto,
En el sitio agradable se miraba
Golfo donde la Corte navegaba,
Cuando perdiendo el curso, 445
El paso se anegaba en el concurso
De la infinita gente,
Sin poder tomar fonda, ni corriente.
Viéronse a un tiempo vanas
Felizmente ocupadas las ventanas 450
De galas, y hermosura
En quien varia procura
Mostrar naturaleza los primores
De sus pinceles, tablas, y colores.
La Reina, y la Princesa, 455
Candores puros de la Lis Francesa,
En el real balcón resplandecían,
y a su lumbre asistían
Nuestro Príncipe tierno, a quien el cielo
Guarde para consuelo 460
De España, que se goza en sus cariños,
y los Infantes Saboyanos, niños,
Si bien claras estrellas
Junto al Sol de Castilla menos bellas.
Las Damas de la Reina en sus asientos 465
Fueron prisión de libres pensamientos,
Pues la menos hermosa
Pudo ser competencia de la Diosa,
Que en premio gozó ufana
De Paris la manzana, 470
Causa de la discordia más sangrienta,
Incendios al Ilión, a Grecia afrenta.
En orden los Consejos se seguían,
A quien correspondían
Todos los Nobles de la Villa toda, 475
Número innumerable se acomoda
En los varios asientos inferiores
A las gradas mayores,
Cuya vista hermosa
Gruta parece, o selva montuosa, 480
Que sublime obelisco
Se presenta de lejos bello risco
Entre cuyos escollos
Ambulantes pimpollos,
Leves bultos retratan, 485
Cuando por la gran plaza se dilatan,
Dando evidentes señas
De troncos vivos, de animadas peñas,
O pizarras, en cuyo movimiento
Se duda lo sensible, por lo atento, 490
Donde el silencio gustos recompensa.
La muchedumbre inmensa
De gente es indecible,
y así dejo a una parte este imposible,
Cuando tantos, o rudo ingenio hallas. 495
Terminaban la plaza azules vallas,
Y toda junta en torno
Se vio al anochecer con el adorno
De mas de diez mil luces, que en faroles
Si juraron de estrellas, fueron soles, 500
En alumbrar el sitio,
Porque el dorado pitio
Quiso librar en ellos
Actividades de sus rayos bellos,
y así en tal alegría 505
No hizo falta el día,
Antes con mayor sobra
Lució la perfección de aquella obra.
Cada grande farol en sus cristales
Ostentaban de luz cuatro fanales,
Alternando con bellos resplandores,
Entre cada dos grandes, tres menores,
Que la plaza alumbraban,
Y toda su muralla coronaban
Con diadema luciente, 515
Iris de tempestad resplandeciente,
Que está serenidades anunciando,
Esplendores girando.
Cuatro candidas hachas, o blandones
Dividen los balcones 520
Con tal concierto y arte,
Que un cielo se miraba cada parte,
Y antorchas bellas, cuatro en cada uno,
Lucientes ojos del pavón de Juno.
Circundaban a trechos 525
Golfos de luces hechos,
Piélagos claros de esplendor, adonde
El alba corresponde
De su luz los celajes,
Que de llamas, plumajes 530
Fueron piramidales maravillas,
Numerosas cuadrillas
De luceros brillantes,
o preciosos diamantes,
Que en distinción de trece blancas velas 535
Mediaban las cartelas
Con que la plaza términos divide,
y sitio a todas las cuadrillas mide
Con igualdad perfecta,
Mostrando en la tarjeta 540
Cifrado un mote todo cuadrillero.
El Rey nuestro señor, que fue el primero,
En su cartela tuvo por divisa
Un claro Sol, que los fulgores pisa
De una argentada nube, 545
y felizmente sube
A su esfera bizarro,
Debajo estaba de Faetón el carro,
A quien tiran briosos
Cuatro rayos fogosos, 550
O caballeros ligeros,
Aun en la misma fuga lisonjeros,
Con alborozo y priesa
Lustrat, & fovet, puesto por impresa.
El Conde Duque en dos cuadrillas muestra, 555
De su heroico valor la gala diestra.
Y así aunque en letras, mudos
Tuvo dos jeroglíficos, o escudos.
En el primero estaba
La bella flor de Clicie, que buscaba 560
Su sol con vueltas fieles,
A quien hacían sombra dos laureles,
Transformación altiva
De aquella ninfa esquiva
Por quien Apolo amante se desvela. 565
La segunda cartela
Entre mudo ruido
Mostraba un mar furioso embravecido,
y un gran peñasco enmedio,
Opuesto de tormentas al asedio, 570
Que firme se ostentaba,
y del árbol de Palas se amparaba.
Pintó el Duque de Hijar, porque vean
Su fuerza y su valor cuan bien se emplean,
Una serpiente fiera venenosa, 575
Hidra de siete formas envidiosa,
y un león con espada
De fuego, la derecha mano armada,
Severo castigando sus fierezas;
Una de las cabezas 580
En la otra mano, y este mote impreso:
No sin dificuItad, mas no por eso:
Tuvo el cuarto lugar en esta lista
El Conde Albadelista,
y entre pardos nublados 585
De horizontes, en púrpuras bañados,
Unos rayos pintó, que se atrevían
A unos verdes laureles, que oponían
Sus hojas al furor de sus ensayos,
Por letra: Libréme de tantos rayos, 590
y corone después a quien quisiere.
El de Oropesa en su tarjeta quiere
Pintar de tierra copia no pequeña,
En frente de una peña
A quien tira una mano 595
Un arpón inhumano,
Saliendo de la peña la corriente
De una copiosa fuente
Deshecha en cristal terso,
Por letra escrito este latino verso: 600
Nec vulnus, nec vestigium.
En espacioso cielo,
sin otro mote, letra, nube o velo,
Cifra, o enigma alguna,
El de Miranda retrató una Luna. 605
Don Luis de Haro pinta
En carrera sucinta
Un ligero caballo,
Que los del sol pudieran envidiallo
En lo brioso voladora pluma, 610
Fuego alentando y animando espuma.
Tuvo don Juan de Castro y de Castilla
De una de las cuadrillas de la villa,
El gobierno y cuidado,
Mostrando en la cartela retratado 615
El blasón que la honora.
El de Cusano en su tarjeta dora
Las armas de Peralta y Barrionuevo.
El de Pastrana con disignio nuevo,
Dibujò en la cartela que le toca, 620
Un mar que embravecido se provoca
Del uno al otro extremo,
Letra: In mobilis nemo.
El Condestable muestra
Pintado un cazador, que un perro adiestra 625
Al opuesto horizonte,
Sin letra. El Conde de Tendilla un monte
Cubierto de celajes,
Que doran de su punta los plumajes,
y esta letra que al monte corresponde, 630
Montis ad instar. De Daroca el Conde
Hizo a la empresa con sus armas salva.
Las mismas puso el Conde de Villalba.
El del Carpio pintado
De la Guarda un soldado, 635
Que animoso se atreve.
Tuvo el Conde de Riela enigma breve,
Dando a la inteligencia más desvelo,
Que fue sin letra, un cielo
Con una clara estrella. 640
Oposición se vio la plaza bella,
Del claro pavimento,
Adorno del octavo firmamento.
Examinar procura
La admiración, o el gusto en su hermosura, 645
Las que ve novedades,
Mira de luz doradas tempestades,
Que están retrocediendo (asombro nuevo)
Rayos, y lumbre a Febo,
Cuando resplandeciente 650
Llega al Cenit ardiente
Ceñido de brillante argentería:
Tanta fue la que ardía
Cera, en aquella máquina vistosa,
Producción de familia cuidadosa, 655
Que parece que ha estado
Largos años su estudio desvelado
En el cansancio, o laborioso oficio
De su dulce artificio,
Donde halla su trabajo recompensa 660
Por dar en copia inmensa
Al apacible coche
De tan alegre noche,
Para que en su milagro se deslumbren
Astros, luces, estrellas que le alumbren. 665
Miróse desde afuera
La anchurosa carrera,
Llena de luminarias,
A quien el mismo Sol pagaba parias.
Del Doctor San Jerónimo la puerta 670
Se miraba cubierta
De vidros cristalinos,
Entre cuyos espejos peregrinos
Vio la primera. muestra
Isabel soberana, Reina nuestra, 675
Que todo el cielo en su beldad retrata.
De casa salió el Rey de Carlo Strata
Genovés generoso, ilustre, y rico,
La liberalidad no significo
Con que a su Majestad sirvió en su casa, 680
Su voluntad no escasa,
y su amor no cobarde,
Solo digo, que hizo franco alarde
Con magnífica mano
De fiel vasallo del Monarca Hispano. 685
Tras del Rey se dilata por la calle
Un escuadrón bizarro, que envidialle
El de Jerjes pudiera, y en ruidos
Que en el metal formaron impelidos
Aliento, fuerza, y arte: por los vientos 690
Se escucharon alegres instrumentos
De armonía dulcísima y extraña.
La distante campaña
Volvía duplicados
Los acentos suaves concertados; 695
Repitiendo en los cóncavos y huecos
El horror agradable de sus ecos,
Con acordes confusas alegrías,
Que hacían atabales, chirimías,
Trompetas, y sonoros 700
Clarines, divididos cuatro coros
La plaza suspendieron.
Tras a ellas se siguieron
Los Grandes, que apadrinan,
y el acierto examinan 705
De este bello festín, o encamisada,
Entran en la palestra, o estacada,
El paso disponiendo en breve instante,
Uno fue de Castilla el Almirante
Enríquez sin segundo, 710
El de Esquilache Príncipe, el segundo,
Que el Borja ilustre toma,
y don Carlos Coloma
A quien sigue con gala, y gracia nueva
El fijo norte, que tras si se lleva 715
Con paso errante, y movimientos graves
Tantas ligeras coronadas naves,
De garzotas, penachos, joyas, plumas,
Que entre golfos de espumas,
O diluvios de antorchas encendidas: 720
De plata y negro jarcias dan lucidas
A sus fustes gallardos,
Penetraron la plaza poco tardos,
Siguiéndole veloces a porfía,
El cual bizarro a todos excedía, 725
Como excede el clavel las flores bellas,
La Luna a las Estrellas,
Al junco débil, el laurel triunfante,
Al cristal, el diamante,
Al jazmín, el narciso, 730
y al humilde arrayán, el cipariso.
El hermoso animal, el vivo monte,
Que condujo mejor Belerofonte,
Con más ligero paso
Al sublime Pamaso 735
Donde por excelencia
Se ven mil fuentes de Elicona ciencia,
En ardimiento, talle, y gallardía,
Rayo monstruoso fue de Andalucía,
A cuyos pies y manos prestó Tetis 740
Su blanca espuma, y dio cristal el Betis
Por alimento puro,
Color castaño oscuro,
Cadera gruesa, pecho dilatado,
De cola, y clin poblado 745
En tan grandiosa copia,
Que el solo pudo ser pintura propia
De su rara belleza,
Brío, ardor, hermosura, y ligereza,
Su presta huella, su pifar valiente, 750
Relámpago le miente,
Le introduce cometa,
La boca que alacrán dorado aprieta
Fuego al aire exhaló, bebiendo nieve,
Que este buen gusto, al de su dueño debe. 755
Lleno de vanidades, y de galas
Dos elementos desmintió con alas,
Y primores lozanos,
Afirmando galán sobre las manos
En la carrera larga 760
La soberana carga,
A darle gusto atento,
De quien con sosegado movimiento
Vano gloriosamente vio oprimido,
Su orgullo enfurecido, 765
Pues en la acción menor, y al menor paso
Se llevaba de paso
Al paso de su brío, y sus acciones,
Almas, y corazones,
Que le rendían victoriosas palmas, 770
En cada acción mirando tantas almas,
Tal gracia en el donaire,
Tan firme el brío, tan airoso el aire.
Opuesto en su cuadrilla el Duque Conde,
A la de nuestro César corresponde, 775
Repartiendo la plaza
En la conforme traza
De una compuesta igual escaramuza,
Que en laberintos todo el sitio cruza
Con agradables lazos, 780
Sin hazerse embarazos,
Ni estorbarse del paso los alientos,
siendo en grandioso número docientos:
Padrinos, cuadrilleros, y cuadrillas
En quien notó el cuidado maravillas 785
De perfección, y gracia más que humana.
El Conde Duque, el de Hijar, y Pastrana,
Condestable, Oropesa, Carpio, y Haro,
Con todos los demás, asunto claro,
Aquesta noche dieron a la fama, 790
Que en voces altas su alabanza aclama.
De la plaza salieron, y entretanto
La entró a ocupar un ruidoso espanto,
Un asombro agradable y apacible,
Máquina poderosa inaccesible, 795
Que repartía en dos iguales carros
Triunfantes, y bizarros,
La admiración, y el gusto,
y de la oscura noche el manto adusto,
Volvía ardiente clima, 800
Tanta la lumbre fue que los anima,
Su bella arquitectura,
Su inaccesible altura
Ofrece a letra vista
Dos bellos promontorios a la vista 805
Adonde placentera
Cedió la floreciente primavera
De su pompa agradables señoríos,
De sillas se llenaban sus vacíos,
De lo inferior a las distantes puntas, 810
Que se vieron tan juntas
Al puro resplandor de las estrellas,
Que ensayaron su lumbre en sus centellas,
y nuevos Prometeos,
Alentando sacrílegos deseos, 815
(o la ambición, o la codicia alabo)
Arder se vieron firmamento otavo,
A cuya perfección correspondía
La agradable armonía
De concertadas voces, 820
Cuyos acentos dulces, y veloces
Fueron envidia al Tracio
Con vagaroso espacio
Humildes, y obedientes
Tiran veinte animales, cuyas frentes 825
La plateada media Luna sella,
Susto de Europa bella,
Cada uno de sus bultos excesivo,
Torre portátil, Capitolio altivo,
y con paso halagüeño 830
Dieron vuelta al espacio no pequeño
De la grande palestra,
Cuando su Majestad volvió hacer muestra
De las serenidades de su cielo,
Dando nuevos motivos al desvelo 835
De aclamación, y vítores gloriosos,
(Emulos apacibles y briosos)
Siguen la huella, o el airoso brío
De un rucio, que presenta desafío
A los que al Joven de las nueve hermano 840
Dieron tumba en cristal del Eridano.
Del claro Sol de España los Planetas
Voladoras cometas,
Que la esfera a la tierra trasladaban
Las errantes antorchas que llevaban 845
A un mismo tiempo juntas en la plaza,
o diluvio amenaza
Con pluvia de esplendores todo el suelo,
O le ha hurtado al cielo
De su máquina bella 850
De la mayor, a la menor estrella,
Según cambian lucientes
Llamas resplandecientes.
Juntos corren de nuevo
A emulación de Febo, 855
Cuando el curso apresura entre arreboles
Carreras, lazos, vueltas, caracoles
La plaza dividían,
y animadas montañas parecían,
A quien apenas ha igualado el viento 860
Aun siendo tan fugaz su movimiento,
Ya se esparcen, se juntan, y dilatan,
Y la más dulce confusión retratan,
Que desear pudieran los sentidos,
Viíores a millares repetidos 865
El aire suspendían
Cuando de cerca al gran Felipe vían
De sus vasallos por diversos modos,
Viéndole en todo superior atodos
Con gracia tan inmensa,
y aquestas voluntades recompensa
Con apacible agrado,
Con agradable, airoso desenfado
A quien lisonjeaba
(por Dios) la misma antorcha que llevaba 875
De suerte que en su mano
Fue un incendio de lumbre soberano,
Que a las de todos excedió brillante,
Rayo al fin de aquel Júpiter tonante.
Diose fin a esta fiesta, 880
Dejando otra dispuesta,
Que se ejecutó luego,
De entretenido juego,
Que da de ingenios claros, claro indicio,
Ajustado en el Cómico ejercicio, 885
Dando por largo rato
Diversiones al gusto de barato,
Sin que estuviesen aquel tiempo ociosos
Los carros prodigiosos,
Que en asientos triunfantes 890
Fueron teatro a los representantes
Bailes, torneo, música suave.
Quiso su Majestad echar la llave
A todo lo posible,
y con rostro apacible 895
Después de los festines, y las danzas,
Quebró en el estafermo cuatro lanzas
De las vallas adentro,
Que no hay quien baste a resistir su encuentro.
El Conde Duque, el de Híjar, y más Nobles, 900
Aunque vencidos en las armas dobles,
Con que ostentaba el Rey su fuerza diestra,
Dieron también de sus valores muestra
Imitando briosos
Los de su acierto airosos 905
Pasos en sus acciones alentados,
Con tanta gallardía ejecutados.
Después de aquesta fiesta, los más días
Hicieron infinitas alegrías
De esta Corte los Numas, los Pompeyos, 910
Grandes, Títulos, Nobles, y Plebeyos,
Toros, rejones, máscaras, disfraces,
Bien a mostrar capaces
El gran poder del gran Monarca Augusto.
Todo ha sido alegrías, todo gusto, 915
Todo ruido y gozo,
La inmunidad valiendo del embozo
Hasta en las mismas Damas,
Que cubriendo con máscaras sus famas,
En caballos ligeros
Fueron de amor arpones lisonjeros, 920
Disparando derechas,
Si él los ojos veneno, al alma flechas.
Cifras, y galas dejo
De las máscaras graves y gracejo 925
De las de juego y chanza,
Para nuevo discurso, si éste alcanza
Por lo humilde, y modesto de mi intento,
En la atención del gusto valimiento,
Si bien para decir las invenciones, 930
Las varias, y lucidas elecciones,
Las riquezas, el gasto, y bizarría
Con que ostentó esta Villa, Primacía
De los Reinos mayores,
De sus ilustres nobles Regidores 935
Los ánimos valientes,
Con excesos prudentes,
Donde por varios modos
Fueron excesos todos
En riquezas, y aseos, 940
Adelantando el gusto, y los deseos
Francos, y liberales
A la juridición de sus caudales,
Bien era menester mayor acierto,
Más dulce estilo, ingenio más despierto. 945
Mas en tanta alegría, fiesta, y ruido,
Lo que mejor, más bien ha parecido
Es la heroica deidad de este Rey hombre,
Que infunde amor con sólo oír su nombre,
y sin ser Dios, sujetos 950
Tiene del alma todos los afectos
Con fuerza soberana,
Divinamente humana,
Con generoso imperio.
Pero que mucho si en el Hemisferio 955
De donde el sol se pone, adonde sale,
No hay otro que le iguale
En talle, y perfecciones,
En ciencia, y discreciones,
En gala, y bizarría, 960
En gracia, gentileza, y gallardía.
Goce pues justamente
Del Ocaso, al Oriente
Sujetos de su imperio, al Real decoro,
Cuantos del Sol la cabellera de oro 965
Reinos peinar han visto
Del Polo opuesto, al Polo de Calisto,
En dorada carroza,
Pues de justicia su valor los goza,
Que a ser el mundo entero 970
Mío, sè de mi afecto verdadero.
Que a sus pies le rindiera,
Y no el mayor trofeo aqueste fuera,
Pues desde que animar supe la vida,
Se la ofrecí con alma agradecida 975
A mi leal deseo,
Que hizo en adorarle justo empleo.
De prolijos acusa
Estos versos mi Musa,
Y por no dar a su caudal alcance, 980
Paso a los asonantes de un Romance
El vuelo de mi pluma
Que cero intenta ser de tanta suma.

Discurso III

A LA MUY NOBLE, llustre, Insigne, Leal, y Coronada Villa de Madrid.

Nobilísima y generosa Villa.
Al cabo de los años mil incitó mi deseo a mi humildad, alentando lo desflaquecido del ánimo, en las grandiosas acciones que V. Señoría cada día ejerce con los desvalidos y pobres, de quien es piadosa madre: y principalmente en la bizarría, y gallardo ánimo con que en las Reales fiestas del Buen Retiro mostró cuán generosamente se corona Reina de todos los del Orbe: y así aunque tarde ofrezco a V. Señoría esta pequeña parte de mi mucha afición. Suplícole, por de mujer, reciba el don afectuoso, como tan generosa, admitiéndole (aunque desigual) con la disculpa de tan heroicas acciones, pues por serio carecen de ponderación, Dios guarde a V. Señoría con sumas felicidades, logradas en la vida de nuestro gran Rey Felipe Cuarto, para que en su grandeza se aumenten las de V. Señoría.
De V. Señoría servidora.
Doña Ana Caro de Mallen.

Farol hermoso del cielo,
Del día luciente antorcha,
Sacro Padre de las Ciencias,
Que en las Academias doctas
Como Presidente asistes 5
A su ejercicio: y vosotras
Caliope, Erato, Euterpe,
y cuantas en la Elicona
Fuente bebéis, y vivís
En sus sagradas alcobas, 10
Inspirad aquesta vez
Con facundia numerosa
De asonantes mi concento,
Y pues me valgo de todas,
No permitáis que fallezca 15
El caudal de nuestro Idioma
En las escasas noticias
De mis descripciones cortas.
Antes haced que se logren
Con aclamación dichosa 20
En los comunes aplausos,
Que tantas dichas mal logran,
Tantos estudios deslucen,
Tantos alientos acortan,
Tantos desvelos desprecian, 25
Tantos gustos desazonan.
Al imposible me arrojo
De un mar, donde ya zozobra,
Pobre barquilla el ingenio,
Playa a playa, costa a costa, 30
Sin lastre el entendimiento,
Y de la popa a la proa
Desarbolado su fuste,
Sin acuerdo la memoria
El daño cierto en el riesgo, 35
Ignorada la derrota,
Sin prevención el discurso,
Sola la voluntad, sola,
Fácil vela a tanto golfo,
Leve espuma a tantas olas, 40
En los miedos atrevida,
En los alientos medrosa,
Animosa en los peligros,
En las humildes pronta,
La dificultad advierte, 45
Y al imposible se arroja.
Por sucesos de Alemania
Felicidades prorroga
Aquel Paraninfo alado,
Que novedades informa 50
Nuncio de varios sucesos,
Y de un vuelo al aire corta
Trayendo a España la nueva,
Más nueva, y más venturosa
En sus lenguas, que publican 55
Al son del clarín, o trompa,
De estruendos y novedades,
La coronación gloriosa
De Fernando, Rey de Hungría,
Que ya de Romanos goza 60
La sagrada investidura,
La soberana corona,
Adquiriendo en su elección
La Cristiandad laureolas.
Para aplaudir estas dichas 65
Toda Madrid se alborota,
Toda España se previene,
Todo el Orbe se convoca:
Pero que mucho, si miran
Triunfar con altivas pompas 70
Las dos Aguilas de Austria,
Invictas, y vencedoras,
Cuyos generosos picos
Tantos rebeldes destrozan,
Tantos enemigos rinden, 75
Tantos orgullos mal logran,
Tantos vanos atropellan,
Tantos ambiciosos doman,
Tantos soberbios destruyen,
Tantos obstinados postran, 80
Negros grifos despedazan,
y blancas Lises deshojan.
El gran Felipe y Fernando,
Que en un mismo ser conforman
Leones, y águilas sacras, 85
y en dulce paz acrisolan,
Celo, sangre, y hermandad
Contra las oscuras sombras
Del horror, para que sean
En triunfos, dichas, vitorias, 90
Los leones alemanes,
Las águilas españolas.
En cuya unión asegura,
En cuyos imperios goza
Altos trofeos la paz, 95
La guerra felices glorias,
La Iglesia fuerzas sublimes,
(porque en sus hombros apoya
El eminente edificio
De su incontrastable roca) 100
Dulces colmos la Esperanza,
La fe ilustre ejecutoria,
El Austria eternos honores,
España inmortales honras,
Nuevas dichas Alemania, 105
Nuevos motivos la historia.
Llegó pues la fama a tiempo,
Que prevenciones grandiosas
Se hacían a la entrada
En Madrid, de la señora 110
Princesa de Cariñán,
Clarísima, y bella esposa
Del gran Príncipe Tomás,
Hermano del de Saboya,
De regocijos, y fiestas, 115
y así de un golpe se logran
Dos gustos en los aplausos,
Dos dichas en las lisonjas.
La Villa llustre, Madrid,
Cuyos timbres se coronan 120
De más blasones que Grecia,
De más grandezas que Troya,
De más laureles que Atenas,
De más trofeos que Roma,
De sus Regidores nobles 125
Juntó la lucida tropa,
Para darle parabienes
A la Majestad heroica
Del gran Felipe, que el Pardo
Estancia alegre de Flora, 130
Ilustraba en su asistencia,
Y con los nobles que honoran
Esta Corte, felizmente
Placenteros se divorcian
Con la quietud, y el sueño, 135
Y una máscara acomodan
El silencio de una noche,
Admirada por la copia
De sus muchos caballeros,
Por su invención ingeniosa. 140
El Corregidor, y Conde
De Montalvo la reforma,
O la esfuerza en sus afectos,
Convocándola a su costa,
Luciendo en su ejecución 145
El, y la Nobleza toda
De esta villa y Regidores,
La riqueza más pomposa,
La grandeza más invicta,
La franqueza más notoria 150
Que pudo verse jamás
En los progresos, o historias
De no imitados ejemplos,
Que los Anales prorrogan.
Tan asistente el cuidado, 155
Tan diligente en la obra,
Tan activo en el desvelo,
Tan desvelado en su propia
Cuidadosa diligencia,
Que parece que soborna 160
Con desasosiego el gusto,
Buscándole por la posta,
Pues sólo en los ejercicios
Se anima, y se desahoga
Siendo a su celo gallardo 165
La incomodidad, lisonja.
Solicitó de la plaza
Del Retiro, adorno y pompa,
Con los nobles Comisarios,
Que la Villa generosa 170
Nombró, que fue don Francisco
De Sardaneta y Mendoza,
Claro como su apellido
Que el hidalgo pecho adorna
Con el lagarto, o espada 175
De aquel Apóstol, que invocan
Por su Patrón las Españas,
Rayo a la canalla mora.
El insigne Don Francisco
Enríquez de Villacorta, 180
Que el pecho ilustra también
Con la misma insignia roja.
Y don Bernardo de Salas,
Que el título ejerce, y goza
De Capitán de caballos, 185
Y en su ejercicio convoca
Gente para las facciones,
Que a Francia y Flandes asombran.
Brevemente se adornó
La plaza, que mar en olas 190
Solicitaron los Nobles
Su disposición hermosa,
y así a costa de la Villa,
Que por Comisarios nombra,
De cera, carros triunfales, 195
Luces, faroles, antorchas
A don Antonio Arauz,
y a Claudio de Cos, que cobran
En vítores sus desvelos.
Este mismo acierto logran 200
Don Pedro de Álava noble,
y don Gonzalo, gloriosa
Lisonja de los Pachecos,
Que la señal vencedora
De Santiago da a su pecho, 205
y en breve tiempo sazonan
Su arquitectura extremada,
Para que en ella disponga
El precepto a la obediencia
Leyes, portento de Europa, 210
Se miró como han cantado
Al son de liras sonoras
Canoros cisnes, ya en Verso,
o ya en atentada Prosa
Su disposición, y entre ellos 215
Yo con rústica zampoña,
Sin intentar competencias
Por no hallar afrentosas
Vitorias de Pan, y Marsias
En mis ambiciones locas. 220
La plaza vio en efeto
Tan lucida, tan vistosa,
Que pudo prestar al día
La claridad de las sombras
De una noche a cuyo horror 225
Pidió celajes la Aurora,
Arreboles el Oriente,
Lumbre el Sol, porque revoca
Los fulgores de la suya,
Ya corrida, ya medrosa, 230
Brujuleando melindres
En los tapetes que borda
Su manto de estrellas puras,
Cediéndole en causa propia
Astros, luceros, y rayos 235
A la fábrica grandiosa
De la plaza, cuyos muros
De esplendores se coronan,
De hermosuras se guarnecen,
De perfeciones se adornan, 240
De grandezas se enriquecen,
Y de Majestades se honran.
En la máscara siguió
Al Corregidor la tropa
Ilustre de Regidores, 245
Don Francisco Villacorta,
Enríquez, y don Jerónimo
De Casanate, ambiciosas
Presunciones de esta Villa,
De Sardeneta y Mendoza 250
Don Francisco, y de Baldes
Don Gaspar, y en numerosa
Copia, Claudio de Cos, Sierra,
Montenegro, Ordóñez, Porras,
Testa, Castillo, y Luzón, 255
Don Francisco, en quien recobra
El renombre de Guzmán
Más insigne ejecutoria
Por las excelencias suyas.
Sin esta cuadrilla, toma 260
Otra el Marqués de Cusano
De esta Villa insigne, toda
Regidores, donde el pobre
Halla protección piadosa,
Carmenate, Ortega, Alastra, 265
Medina, Monroy, y en copia
Villarroel, Salas, Romero,
Cortizos, y Alava heroica,
Emulación de los nueve
Por su fama ilustre y sola, 270
y más don Pedro Martínez,
Que de Secretario goza
Del Rey, y el Ayuntamiento
Las preeminencias notorias
Por méritos, y nobleza, 275
y el Pacheco, que enarbola
Roja bandera en su pecho
De nuestra Fe insignia propia.
Aquella grandiosa noche
Lució esta escuadra grandiosa 280
De Nobles, dando a sus frentes
De oliva, y laurel coronas.
No repito sus acciones
Bizarras y generosas,
Por no alargar el informe, 285
Haciendo que se conozca
Caudal pobre en la materia,
Estilo bajo en la forma,
Mucha ignorancia en mis versos,
y en mi Musa ciencia poca. 290
Los gastos, las bizarrías
De esta Villa, las costosas
Invenciones, fiestas, toros,
Galas, lucimientos, joyas,
Que sacaron, que expendieron, 295
Pudieron hacer dudosas
Al crédito las verdades,
Aun cuando más interpongan
A la creencia los ojos,
Las experiencias notorias 300
Que en tan alto objeto arguyen
Objeciones rigurosas,
Bien absueltas en su acierto,
Que se anima, y se sazona
A más gasto, a mayor gusto, 305
Repartiendo el tiempo en horas,
Para ocuparlo en festines,
Para emplearlo en dichosas
Novedades, invenciones
Donde apacibles se logran, 310
Desmentidas en los gustos
Del cansancio las congojas.
Domingo, el Protonotario
De Aragón, cuya persona
Benemérita en los actos 315
De más fuerza, y mayor honra,
Consejos de Estado, y Guerra
Muestra con expertas obras,
Que de fiel ministro el cielo
En su valor acrisola 320
Su entendimiento y virtud,
Del alma excelencias propias,
Inventó de los festejos
El mayor porque dispongan
Imitándole ambiciosos 325
Los demás en las tramoyas
De máscaras y festines,
Entretenidas, gustosas
Mojigangas, y en la suya
Su ingenio y su gusto sazona, 330
El plato más bien guisado.
Don Pedro del Valle toma
Otra a su cargo también.
Don Fernando Ruiz otra
De Contreras, y con ellos 335
La cuarta Pedro Coloma,
Todos grandes caballeros,
En cuyos ánimos logran
Vanidades esta Villa,
Felicidades Europa. 340
El Lunes el de Montalvo,
Por su cuenta, y a su costa
Jugó cañas, y alcancías
Con una escuadra famosa
De Títulos, y Señores. 345
El martes postrero, copia
O retrata en cuatro carros
De juego, ruido, y chacota,
Novedad, fiesta, invención,
La variedad más hermosa, 350
La confusión más quieta,
La inquietud que más deroga
De la cordura las leyes,
Que a la razón se remontan,
y portentoso edificio 355
De fuego erigió una troya,
La invención, cuyas murallas
La fábrica ruidosa
Del Paladión encierran,
Que de cometas se forma, 360
De exhalaciones se viste,
y rayos ardientes forja
En estruendos admirables,
En máquinas ingeniosas,
Por quien Vulcano desmiente 365
Cuantas su fragua acrisola,
Cuyo gasto, si por grande
Número sin él importa,
Fue al ánimo de don Juan
De Castilla empresa corta. 370
Los de la Villa Escribanos,
Con máscaras, y pandorgas,
Motes, invenciones, cifras,
A nuevo gusto provocan
Veinte carros diferentes 375
De varias, y de costosas
Invenciones fabricados,
Que de naciones remotas,
Trajes, y galas retratan,
Gitanas, Indias, y Moras, 380
y de animales diversos
En bien imitadas formas,
La monstruosa apariencia,
Cuyas fierezas ignotas
Vivas parece que el Arte 385
En los carros aprisiona.
Testa en un carro sacó
A su costa la bambolla
De una Pandorga diversa,
Con que a Madrid alborota. 390
Camenate y Sierra juntos
Diferente rumbo toman
De novedad, y con gala
De portuguesada folla.
Sacaron los foliones, 395
Baile, y música sonora.
A! son de instrumentos varios,
Vihuelas, arpas, tiorbas,
A! uso de Portugal
Seis caballeros con botas, 400
Sobre enjaezados caballos,
Que ligeros fuego arrojan
Por el aliento, y gallardos
Desde la clin a la cola,
Con chapeos, y violines 405
Danzan briosos, con otras
Tantas Damas Portuguesas,
Con mantellinas y tocas
A danza, e portuguesada
De à Forneira buliçosa, 410
Que à pancadas con a paa
De su forno faz que morran,
No chaom os vilaons ruins
Da canala antaon traidora
De Castela, y folijando 415
Con gala majestuosa
Delante de la mayor
Majestad que el Orbe adora.
En los límites de humana
Las alabanzas acortan, 420
Las admiraciones crecen,
Las aclamaciones doblan.
Todas fueron invenciones
De novedades grandiosas,
Todas fiestas, y alegrías, 425
Todas gracias, burlas todas:
Los famosos regocijos
De Valencia, y Barcelona,
Los pasatiempos alegres
En que disfraza y transforma, 430
Ya Nobles o ya Plebeyos,
En Madrid con mayor sobra
De regocijo y festejo
De variedades gustosas,
En estas Carnestolendas 435
Nobles y plebeyos gozan,
Fue admiración a los tiempos,
Fue de nuestra edad lisonja,
Tan nunca vista grandeza,
Tan no imaginada pompa, 440
Fiesta al fin al gran decoro
Del Rey Poderoso, que orla
Sus escudos con dos mundos,
Sus timbres con mil corona.
Y de la más leal Villa, 445
Más ilustre, más famosa,
Que desde la ardiente esfera,
Sobre luciente carroza
Alumbra el fanal más bello,
El mayor Planeta dora, 450
Grandiosa Cairo del mundo,
Soberana Babilonia,
Cuyas confusiones dulces
Con el gusto se interpolan,
De quien cuanto más se diga, 455
Por prodigio más se ignora,
Por milagro más se esconde,
Por asombro más se nota:
La que tiene en campo azul
Siete estrellas, y una roja 460
Corona de oro, que encima
Las comprehende, y adorna
Un oso en campo de plata,
Que la verdura despoja
A un árbol, todas enigmas, 465
Que sus grandezas denotan,
Pues cielo se viste estrellas,
Reina se pone corona,
Y osada a todo imposible,
Es fuerte, y bizarra osa, 470
Que emprende robar las Ciencias
De colmena artificiosa,
A quien república alada
Labró arquitectura angosta,
Hallando su estudio en ella 475
Sacro néctar, dulce ambrosía:
La que en el ánimo excelso
De estas acciones gloriosas
Dio motivos a la fama,
Asuntos a las historias, 480
Admiraciones al tiempo,
Emulaciones a Europa,
A los estudios desvelo,
Al odio alabanzas propias,
Atenciones al cuidado, 485
A la adulación lisonjas,
A los Cortesanos gusto,
A las ambiciones gloria,
A los Poetas materia,
A heroicos discursos forma, 490
Aclamación al olvido,
Duración a la memoria,
Que en lo futuro eternice
Las hazañas valerosas
De los ánimos valientes 495
De los Héroes que la honran,
Hijos valerosos suyos,
Que en tan abundante copia
Belicosos los engendra,
Prodigiosos los aborta. 500
Oh sirvante Villa insigne
Tantas excelencias propias,
Tantas ilustres grandezas,
Tantas virtudes heroicas,
Tantas preeminencias altas, 505
De Diademas, de Coronas
Que tus alabanzas suban
A la región más remota.
El Noble Corregidor,
En cuyo gobierno gozas 510
Los aplausos del cuidado
Que jamás envidias borran,
Que jamás odios deslucen,
Que olvidos jamás destroncan:
Cuya sola invicta fama, 515
Liberal;· franca, grandiosa;
Por lo activo y generoso
Hoy la de Alejandro estorba,
El que expendió manirroto
En la facción generosa 520
De estas fiestas tanta suma
Que los créditos acortan
Del número las larguezas,
Porque al contados, se agotan
Cuantos guarismos encierra 525
La aritmética de Moya
En multiplicados ceros,
Goce largos años contra
El veneno de la envidia,
Y el odio de la ponzoña, 530
Felicidades y dichas,
Que jamás se descompongan,
En las mudanzas, o engaños,
Cierzos que dichas malogran.
Premio su mérito alcance, 535
Pues la fama le coloca
Entre los famosos, si
Méritos se galardonan.
Crezcan Nobles regidores
Las acciones milagrosas 540
De vuestros acierto. Vaya
Vuestro valor viento en popa,
La eternidad les erija
Culto en las aras devotas
De su templo a vuestros nombres, 545
Porque al olvido se opongan
Vuestro afecto eternizando,
Fénix de sus mismas obras,
Y en las noticias del tiempo
Víctores y laureolas 550
Le repitan las edades