Certamen poético de nuestra señora de Cogullada (1643)


Certamen poético de nuestra señora de Cogullada, ilustrado con una breve chronología de las imágines aparecidas de la Virgen Sacratíssima en el Reino de Aragón. Del doctor Juan Francisco Andrés de Uztarroz. Publícalo el licenciado Juan de Iribarren i Plaza i lo dedica al mui ilustre deán i cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana de Zaragoza, Zaragoza: Hospital Real i General de Nuestra Señora de Gracia, 1643.

Asunto primero

Silva
De sor Isabel Alberta García, religiosa del Monasterio de Santa Fe.

En el augusto suelo
cifra inmortal, teatro magestuoso
de quantos el radiante dios de Delo
en todo el orbe regristró blasones,
de quantos en humanas perfecciones
prodigios merecieron glorias sumas,
a quien blancas espumas
del Ebro caudaloso
son de su muro en la arrogancia altiva,
barbacana de plata fugitiva.
Aquí pues sobre un jaspe
vario Epicidio, la inconcusa Aurora,
para sus rayos erigió flamantes,
donde en filial destello de incessantes,
luces, de beneficios,
al iberio orizonte
se vinculó perpetua protectora,
i en una, i otra aparición, influxos
a tanto desempeño destinados
goza Aragón sus celicos sagrados.
Primitiva influencia
de su materna fue piedad gloriosa,
la invención milagrosa
de efigie suya, a quien con voz suave
canora señaló cristada ave,
afemenil empleo de las flores
huéspeda, siendo en la mansión amena,
de intacto albor, albíssima azuzena;
cuyos aplausos este feliz día
assuntos son de métrica armonía.
Sobre el cesáreo muro
dilató sus amígeros fulgores.
Belona celestial, Palas divina,
contra agarenos pérfidos furores,
a luzes belicosas, confundiendo
en silencio marcial, un sordo estruendo;
para cuya memoria a las edades
en su retrato, que dexó precioso;
sobre la piedra assiste de un Portillo,
de toda Iberia singular caudillo.
La que el ramo de oliva
(místico anuncio de la paz humana)
traxo en su pico de marfil grana
sobre un olivo se ostentó en imagen;
en ella eternizando su renombre,
del piadoso milagro con el nombre:
del pópulo, los ángeles, y mafias,
con otras de María advocaciones,
en su feliz distrito ufana goza
único objeto suyo Çaragoça.
El Moncayo elevado
pirámide de nieve,
que su primer sudor al alva breve;
esfera cana yace de aquel puro
candor, eterno en ampo indefectible:
en eminente cumbre impreceptible
de la Misericordia,
con el dulce apellido, la que encierra
quantas de Dios el hombre solicita,
en culto nicho venerada habita.
De la dichosa Herrera
honró esta Aurora a los dichosos pinos,
bolando hasta Paniza, qual sagrada
águila real de estrellas coronada;
y en Magallón, Tober, Pueyo, Ciguela,
en Ipas, en Bordón, Salas, Beruela,
en la Pinera, Peña, Olivar, Campo,
en Xarava, Sagrada, Çarça, y Vega,
en Lagunas Fuen-santa, y Monte-santo,
se venera su bulto sacrosanto.
De Villa Roya ilustre,
sagrado centro es la feliz sierra,
que el virgíneo esplendor devoto encierra,
en cuyo templo santo varios siglos
las mudas lenguas del metal sonoro,
seis vezes las pulsó, no mortal mano
mas sí, del cielo impulso soberano,
vaticinando en ecos lamentables
los daños que oy nos dicta la experiencia
del eterno poder justa violencia.
Estos, oh, reino insigne,
estos, ciudad augusta,
a otros muchos virgíneos simulacros,
en tantas de María apariciones,
que al número le apuestan transgressiones
a vuestros timbres, timbres acrecientan,
oy, pues, que en tantos males sumergidos
a urgentes penas os miráis rendidos,
afiançad en María esperança,
de la que afectáis dulce bonança
y en especial afecto,
en el devoto excesso santuario
desta, que a un ave le devisteis tierna,
inmaculada luz, de luz eterna,
siendo vuestra memoria
perpetuo emporio de tan alta historia;
y vuestra voluntad siempre ferviente
rindiendo tiernamente
en atención los pechos inflamada,
a la intacta deidad de Cogullada.

(pp. 94-97)

Silva
De doña Vicencia de Mendoça.

Esta que ves, columa prodiosa (sic)
o la figures vara misteriosa
de raíz de Jessé, que a flor subida,
al espíritu alverga de la vida
o de Jacob la adores
vissible escala, en quien cifró mayores
milagros ciertos mano omnipotente;
pues en aquella efectuó patente
del suelo al orbe onzeno lo distante:
y haziendo menos línea aquí bastante,
breve columna en quien al sol preside,
de Dios al hombre enmensidades mide.
Oh, ya que en ella puso Dios, no ignores
Non plus ultra al favor de tus favores
Pilar la adora. Trono de María,
en quien es un milagro cada día,
templo, sino primero, que el del mundo
venerado portento, no segundo:
habitación gustosa,
en cuyo centro olores más espira
aquella celestial mística rosa,
que el sentido dessea, más que admira.
En cuyo folio reina se ha digando,
(excediendo al afecto su cuidado)
de Aragón, que rendido se gloria,
dichoso mayorazgo de María;
por quien cielo se goza,
divina corte suya, Çaragoça,
tan de su amparo, no olvidando empeño,
quanto ella de su amor dos veces dueño,
más bienes le repite, más le aumenta,
que caben en la dicha que ocasionan;
pues quantos la coronan
tan incapaz la explican, quan contenta.
Oh, bienes aun del tiempo assegurados
créditos no, testigos sí obligados,
hablen los ojos, labios dignamente,
de muchos, que patente
con ellos adoraron más que vieron
deste retrato el prototipo santo,
pues abrasar su luz aún no devieron
los labios del profeta impulso tanto.
Hable tanta experiencia milagrosa,
hable y exceda el número al contento
de fieles, que a María generosa,
en cada vida deven un portento,
que excederá, por más, que ingratamente
olvidarse de sí su vida intente,
y al templo llegue, libre de este olvido,
de diez curados, un agradecido.
hable, y en voz que todos más decente
muger, que mereció dichosamente
repetir de María en los traslados
milagros, si infinitos, aumentados,
y a cada qual mayor cede al aumento,
clarín, y de la fama, no violento
tanto como veloz, hable y presuma
menos ligera que su voz, su pluma
pájaro de la tierra, sí traslado
humilde a lo divino coronado.
Cuya grandeza, ya imitar no intenta
la que al sol material átomos cuenta,
¡oh, feliz Cogullada, exemplo santo!
que haziendo a tus tesoros nido el cielo,
el cumplimiento del precepto tanto,
aun de tu dicha desterró al rezelo;
oyó su voz, y al atractivo acento
mas que del pie, del alma conducida,
imán le conoció, mas no violento
a impulso tan dichoso agradecida
una muger a quien dexó tan vana
de la más pura el que halló traslado,
que creerle la hiziera su cuidado
la más feliz, si su atención temprana
en la suerte no fuera, que assegura,
aun antes desengaño, que ventura.
Y hablen, sola esta vez, conceptuosas
campanas, cuyas vozes milagrosas
impulso soberano,
de ignorancias libró de agena mano,
sino por ecos de hallazgo santo,
láminas vivas de carácter tanto,
que no confundirá impressión segunda,
oh, agora fiel, el parecer lo funda
en igualar lo atento a lo admirado,
que agradecido, aun menos que obligado
publicarte podrá el mayor efeto.
Llega, llega atrevido, do al respeto
leyes jamás la audiencia prevarica,
llega, llega, y aplica
a los presentes, no escusados males,
sino tales remedios, bienes tales;
llega, reina a María, y madre aclama,
oh, Virgen, cuyo amparo es cuya fama
de Cogullada invocación dichosa,
(a cuya humilde altura misteriosa
si no más fe, devi más esperança)
oh, consiga en tu amor lo que no alcança,
bien que en tus rayos águila presuma,
esta de Cogullada humilde pluma.

(pp. 101-04)

Asunto cuarto

Soneto
De doña Ana Vicencia de Mendoza.

Este que acaso incierto es al cuidado,
la fe venere misterioso acierto,
(sacro favor que se vincula cierto
al mérito feliz de imaginado.)
De madre, oh, Virgen, es mayor agrado;
pues oí de vuestro coraçon advierto,
que por mostrarlle al hombre descubierto
al Hijo Dios le permitís negado.
Y si es otro en vos y no segundo,
diré que le aplicáis la otra parte,
porque en entrambas el error le acierte.
Mas, ¡oh, infelice, quánto ingrato mundo!
¿este, que arbitrio fue para ganarte,
tomas para disculpa de perderte?

(p. 131)

Soneto
De doña Leonor de Villalpando i Latrás.

El usado capote desemboça
pirene, y serenando la alta frente
del gálico cristal en la corriente
sus tesoros tributa a Çaragoça.
Qual rico Potosí sus venas goza
de plata, hasta que en mina reverente
el grano de oro, que adoró el Oriente,
sus campos enriqueze, y alboroza.
La diestra margen ocupó María,
la diestra mano de Dios, la Cogullada,
no augurara también la siniestra.
Todas son glorias tuyas, ciudad pía,
pues que ya al hijo, y madre consagrada
te declaran por hija de su diestra.

(p. 132)

Soneto
De doña Agustina de Beragua.

Más vuestra madre, oh, Niño Dios, se muestra
María en essa imagen peregrina
que en quantas el devoto amor destina
para nuestro provecho i honra vuestra.
Inventó en su pureça, el arte diestra,
de altíssima elección, virtud divina
tal, que por hijo suyo, os predestina
el padre a los trofeos de su diestra.
Esta gloria devéis, hijo a María,
hombre, que le devéis divino al padre;
pues si él os da su diestra, también ella;
Divinos zelos son, sabia porfía;
porque el glorioso honor, que os dio la madre
lo conservéis en essa imagen bella.

(p. 137)

Soneto
De doña Bernarda Remírez.

La reina de los orbes celestiales
como madre del hijo omnipotente
da en el laço amoroso en ñudo ardiente
del coraçón afectos inmortales.
Y cariñosa cándidos panales,
con que el divino infante se alimente,
vertiendo su amor pródigamente
dale también espíritus vitales.
En siniestro regaço le sustenta,
porque su coraçón allí anhelante
aspira por Jesús afectuoso.
Mas quando ve que Christo se presenta
en folio eterno, redentor triunfante,
al diestro le remite vitorioso.

(pp. 137-138)

Soneto
De doña Isabel del Mas.

Subiendo, rey, más por valor que suerte
al nuevo capitolio de tu esfera
siendo carro triunfal, nube ligera
riendas el claro sol, pías la muerte.
A recebirte Dios sale por verte,
no es mucho que su diestra pretendiera
dar solio a tu beldad, honra primera,
que el paternal amor quiso deverte.
Ya compites con Dios, bello retrato,
fuerça fue de celeste simpatía
esculpir en la diestra el tierno infante.
Pues siendo el mismo suelo fuera ingrato,
si madre le negara aquí María
la mano, que en Dios fue del niño atlante.

(p. 138)

Soneto
De María de Zaldívar i Albaina.

Halla a su Dios con más logrado anhelo
quien en la soledad le busca ansioso
y María en su mano piadoso
le concede a premiar todo desvelo.
Por tal mano se logra tal consuelo;
luego es mayor si assiste generoso
en la diestra, que es símbolo ingenioso
de quanto liberal encierra el suelo.
Quiere María, pues que busque Augusta,
y halle a su dios con suerte más sublime
en el desierto, que honra su belleza.
Y assí más liberal su diestra justa
aquí se le concede, porque anime
más generoso el premio a su fineza.

(p. 145)

Asunto quinto

Texto

Oh, quán bien de su gran suerte
supo el contento igualar,
la de un ave al cantar,
el ave de gracia advierte.

Glossa
De doña Leonor de Villalpando i Latrás.

Miró nuestra labradora
a la Cogullada oyendo
la Virgen zarza, que ardiendo,
su intacto verdor mejora:
turbada la luz que adora,
sigue y aunque la divierte
su esplendor, o quanto advierte,
a venerar santo el suelo,
quán bien lo agradece al cielo
Oh, quán bien de su gran suerte.
Halló celestial destino,
esta muger, en un punto,
el campo, y tesoro junto,
el recío, y velloncino.
Con impulso tan divino,
se arrojó al seguro mar,
donde la perla vio estar
en el nácar de María,
que a quanto estimar sabía,
supo el contento igualar.
Del copete la ocasión
assió con ossada mano,
que el mismo don soberano
dilató su coraçón.
¡Oh, venturosa sazón!
¿qué dicha no ha de lograr?
la que supo a Dios hallar
de un pajarillo al orgullo
la que al eco de un arrull
la de un ave al cantar.
De la aurora entre los braços
descubrió naçido el sol,
permitido su arrebol
a sus ojos, y a sus lazos.
Ya atrevidos le da abraços,
y ya temerosas vierte
lagrimas, con que divierte
los afectos encontrados,
quando Iris de sus nublados,
el ave de gracia advierte.

(p. 146)

Asunto Séptimo
Empresas

Iosefa Valentina de Colomina i Lascorz pinta la flor que los griegos llaman Heliotropo i los españoles girasol, cuya naturaleza desde que nace hasta que se oculta el quarto planeta, sigue sus luzes: el segundo cuerpo de esta empressa es el sol, en la qual da a entender, que quando la traxeron a la Virgen de la Cogullada a Çaragoça (que es hermossíssimo mirasol) el sol de justicia con su virtud atractiva la hizo bolver, ilustrándola con sus rayos, el mote dize: Semper ad ortum, significando, que aunque traxessen la santa imagen muchas vezes a Çaragoça, otras tantas bolvería a su oriente, y principio, donde el sol divino le insufla con sus resplandores. (p. 161)

Doña Isabel del Mas dize: que dos vezes salió del arca de Noé la paloma y se bolvió, la tercera se quedó haziendo pie en la tierra, para declarar su ánimo pinta el arca sobre un monte, y la paloma en un prado ameno, no lejos de un arroyo con este mote: Lidumque per aera lapsa. Sedibus optati. La letra española dize desta suerte:

Dos vezes de una prisión
burló los lazos mi buelo
por poner en este suelo
mi nido, y habitación.

(pp. 161-162)

Doña Bernarda Remírez pinta una águila bolando que lleva en las uñas la piedra qe vulgarmente llaman de su nombre y la va a poner en su nido: en esta pintura significaron los antiguos al que toma assiento fixo, porque el águila, según Plinio, assegura su nido, porque los vientos no la deshagan, ni derriben, poniendo dentro la piedra. Esta figura se acomoda ajustadíssimamente al assunto, que llamar a la Vigen nuestra señora “águila” es frequente en la sagrada escriptura, assí por la excelencia grande de ser reina esclarecidam de que fue símbolo, como por examinar los rayos del sol de justicia (…) También tiene otra excelencia el águila, que conviene a la Virgen, porque assí como la reina de las aves, para defender sus hijos de las serpientes venenosas, que los quieren devorar en sus nidos, pone en ellos la piedra acates, no de otra suerte la Virgen nos ampara, abriga, y defiende de debaxo de la sombra de sus alas de las serpientes infernales, llevándonos a su adoración en el santuario de la Cogullada, cuya empressa concluye con estos números:

Assegurado mi trono
será mi fortuna estable,
como mi ser inmutable.

(pp. 162-623)

Iosefa Valentina de Colomina i Lascorz dize que en las letras divinas i humanas por la serpiente es significada, la prudencia i la salud i en la medicina es remedio para gravísimas dolencias, lo qual es aplicación muy ajustada a la Virgen sacratíssima de Cogullada, que aunque la traxeron dos vezes a Çaragoça se bolvió al mismo lugar, significando, que allí quedía ser venerada de los César Augustanos, y para declarar su intento pinta una serpiente enroscada y una Cogullada, que en ausencia de la Virgen quedó cantando con dulce, y canora melodía, que el fin pendía del principio, cuyo mote estava pendiente de su pico en un papel volante, que dezía assí. Finis ab origine pendet.

(pp. 165-166)
Asunto Octavo

Romance
De doña Lorença Pérez de Bordalva.

Dista una milla, no más,
de la ciudad cuya frente
se corona con la ninfa
laurel formada a desdenes.
De aquella que, Augusto César
fundación nueva le deve,
biçarro triunfo de Marte,
dulce assiento de Hipocrene.
Un templo, que humilde concha,
la perla más transparente,
fino la abraça, la ciñe,
y su blanco nácar breve.
Tosco edificio se eleva,
emulación de lo agreste,
a quien lo inculto por más
veneraciones ofrece.
Aquí la mansión elige
tierna madre, niña fuerte,
virgen pura, clara estrella,
vara de Moisés luziente.
Luz fulgura su nicho,
pero que mucho sí tiene
en sus pies a Cintia bella,
y a Febo entre sus blancas sienes.
Voto a su templo eran quantos
el arado tosco exercen,
o ya en racimos de Baco,
o ya en espigas de Ceres.
Quantos del gallego undoso
ronpen las dulces corrientes,
o con remos gemisores,
o ya con nudosas redes.
Quantos de Diana siguen
los exércitos valientes,
y a sus flechas ave libre
inunda el prado en claveles.
Hasta que, piedad altiva
obligada a las mercedes
partos de tanta deidad
fábrica mayor promete.
Fue forçoso, que María
su mansión antigua dexe,
y de la ciudad augusta
el más rico templo huelle.
Trono luziente la erige
en donde competir puede
lo delicioso de Chipre,
con lo florido de Tempe.
Todo es oro quanto viste;
todo es ámbar lo que vierte;
si se calça es con jazmines,
y con rosas si se prende.
No, más estrellas admite,
el cielo, sepulcro breve
votivo afecto de aquesta
corona de las mugeres.
Artemissa, que a ssu esposo
en holocaustos ardientes
haze, a pesar de los siglos
vivir coronado Fénix.
Aquí en aplausos comunes,
repetidos de la plebe
logró la hermosa María
dulcísimos parabienes.
Referir del gran Cabildo
las grandezas, atreverse
es al sol, llore su audacia,
como el hijo de Climene.
Pero, aunque en mares de fuego,
o se sepulte, o se anegue
mi pluma, del templo escriva
los sobrevios chapiteles.
Tanto palacio se admira,
que su magestad excede
la fábrica más altiva
de la populosa Menfis.
Atlante hermoso de piedra,
que los cristianos exes,
quiçá, porque no caduquen
sobre sus ombros sostiene.
Tributo es el rubio techo,
de Páctolo y las paredes
bella lisonja al adorno
de mármoles y pinceles.
La seda, que el Tura cría
en vistosos ramilletes,
logra aplausos de luszida
en sus bizarros doseles.
Del Indo Ganges las venas,
y del Hermo las corrientes,
del prado de su riqueza
inundan los rosicleres.
Cede la voz, pues, María
buelva a hazer dichoso oriente,
aquella choça que al sol
brillantes luzes le beve.
Oh, permitan tus piedad
que en afectos reverentes
desde el Trópico hasta el Cáncer,
las naciones te celebren.

(pp. 174-176)

Romance
De doña Isabel del Mas.

Bizarra, hermosa Talía,
de vuestro dulce instrumento
templad las doradas cuerdas
a un noble valiente acuerdo.
De venerar oy las glorias
de una aurora, de un lucero,
de un sol en braços del alba,
gustoso, apacible obgeto.
Quando en la margen amena
del gallego lisongero,
plateada zona de flora
eclíptica de su cielo.
Misteriosamente se halla
en rayos florido Fevo
dando lición a las flores
de su mayor lucimiento.
Una imagen tan divina
con reboços, el Dios mesmo
con su madre, tan humano
tan benigno, y placentero,
Que una avecilla en sus giros,
mariposa de su cerco
lucido, es judice sacro
dulce en voz, peinada en buelos.
Las piedades de los suyos,
le fabricaron un templo,
fino sobervio, devoto
a tan divino portento.
Maltratáronle atrevidas
las injurias de los tiempos,
y al reparalle, el caudal
hecho de afectos el resto.
A sus triunfos, pues dispone,
deste augusto noble suelo
la metrópoli traer
de las piedades al centro.
De veneración al vivo
lucido, brillante espejo
de santidad al mayor,
al más glorioso modelo.
A su iglesia tanta gloria
en concertados acentos,
en honrosa procesión,
en luzes ardiente cielo.
Donde embidiosas se miran
quantas estrellas se vieron
en esse zafir hermoso
retratadas en el nuestro.
La noble tan liberal
en desperdicios sobrevios,
quanto devidos a un Dios,
reverente lo plebeyo.
Humilde lo religioso
y en todos se compitieron
devidas adoraciones,
agradecidos respetos.
Llegó el sol a su zénid
a su esfera el rayo bello,
a su santuario el arca
a su altar un dios inmenso.
En este lo rico, hermoso,
lo galán en el concierto,
de adornos sirvió de solio,
de magestuoso asiento.
A la grandeza mayor,
al más soberano imperio,
que en la región de su gloria,
oh, de la nube en el ceño.
Oh, de encendidos espíritus,
huella los rendidos buelos,
por trono de su grandeza,
esse açul bordado techo.
La vez primera, que vino
a este santuario excelso,
quanto esquivo se retira
habita agora contento.
Que mucho, si ya le vio
a esta iglesia Joan excelso
rendir cetros y coronas
a las glorias del cordero.
En ancianos veinte y quatro,
que avassallando sus pechos
por tierra, le veneravan,
por adalid, rey y dueño.
La avecilla Cogullada
acudió con varios metros,
que prestó la capilla
sustituta en sus gorgeos.
Descubriendo de otra ave,
sin hyel remontados buelos
Fénix, que vivió y murió
en amorosos incendios.
Aquí la piedad festeja
con agasajos nuevos
a la princesa María
el hijo príncipe eterno.
Que reparadas sus aras,
con cariño se bolvieron,
a su antigua habitación,
a su nuevo mausoleo.

(pp. 176-77)

Romance
De Eugenia de Castro-Blanco.

Para erigir nido nuevo
al ave intacta de cuyo
pico hermoso pendió el ramo
de todo la paz anuncio.
A la que adora en imagen
el desierto suelo augusto,
de un pajarillo canoro
hallada al sincero arrulllo.
Quiso lo noble y piadoso
de sus heroicos alumnos,
a esta metrópoli excelsa
trasladar su sacro bulto.
Su cabildo, a cuyas glorias,
es corto teatro el mundo,
metal breve el de la fama,
poco aspector el sol rubio.
Se destinó a recebirla,
nicho ofreciéndole justo
entre sus aras mayores
centro de divinos cultos.
Al júvilo aparatoso
un domingo se propuso,
día del Señor que siempre
los de su madre son suyos.
Con devota reverencia
hasta la ciudad la truxo,
copia de cofrades grande,
número de afectos sumo,
Llegó a la margen del Ebro
que suspenso en tanto assunto,
nativo baxel de plata
paró en sus cristales surto.
La procesión, que anual,
es de gratitud tributo
al cordero, que es su esencia,
cifró en cándido trassunto.
Al cortejo de tal madre,
como al hijo se dispuso,
por hazer uno en aplausos
los que enfineças son uno.
El cabildo, y consulado,
para acción tan sacra juntos,
con magestad y fervores
sublimaron el concurso.
Lo vistoso de las calles
que la opulencia compuso
a la variedad Hiblea
prestar ornamentos pudo.
Honrolas la sacra imagen,
siendo para tanto triunfo
una peaña lustrosa
breve a tal deidad coluro.
Llegó a la Seom aquí el labio
retóricamente mudo,
para tanta empressa pide
al silencio lo fecundo.
Para el festivo aparato
en aquesta matriz puso,
la riqueza sus valores
la curiosidad su estudio.
Abrió Arabia sus tesoros,
quemó Pancaya sus humos,
y el firmamento en estrellas
de luzes se vio difuso.
Luzió la noche en antorchas,
y en agasajos sulfurios
de artificiales cometas
bañó el viento vagabundo,
Desta, ya segunda Roma,
en su altar mayor estuvo
días, para el gozo breves,
como al esperar diuturnos (sic)
De sus cisnes racionales,
fueron tiernos contrapuntos
en cotidiano cortejo,
dulce fin, si fiel preludio.
Los que virgíneos elogios
celebraron sacros Tulios
no, del número ostentaron,
sí, de las ciencias lo mucho.
Desde el más noble palacio,
hasta el más pobre tugurio,
su honor unió los afectos
de la nobleça, y el vulgo.
Erigido ya su templo
a su estancia la reduxo,
ala solemnidad, que antes
fue medio de su conducto.
Donde el insigne Apaolaza
en valores, sin segundo,
al cénit de sus fulgores
con propia mano la induxo.
Y este cabildo sublime
con voluntario estatuto

(…)

Censura del certamen

Mui xarifa y galante
sor Isabel Alberta de García
llegó, cuya suave i sacra mussa
sin violencia fatal de consonante
usó la voz de stello i la inconcusa,
mas su licencia reprovó Talía,
pero su devoción ha merecido
para recreo del mejor sentido
aunque el premio lo mire mui de lejos
de marfil i oro un largo catalejos.

(p. 187)

Doña Ana Vicencia de Mendoza
por quien Apolo nuevas glorias goza
si al certamen sus versos ajustara
no dude que las sienes coronara
mas sus doctos retóricos colores
merecen guantes de olorosas flores.

(p. 188)

Al asunto segundo

A doña Isabel del Mas
el hijo hermoso de Jove
guantes ofrece a sus versos
de suavíssimas flores.
Doña Lorença Bordala
como garça remontóse
peinando sus blancas plumas
de los aires las mansiones,
cuyo remontado buelo
premió la bella cohorte
de las cultoras de Pindo
con elogios i obaciones.

(p. 191)

Doña Bernarda Remírez
en sus versos remiróse
tanto que dexó españolas
por usar latinas vozes.

(pp. 191-192)

Sentencia del asunto cuarto: 1º premio

Con singular agudeza
en la cuarta oposición
hizo todo campión
alarde de su destreza,
Con loquciones gentiles
que a la embidia enmudecieron,
a sí mismo se excedieron
muchos ingenios sutiles.
No son las ebras doradas
con que el padre de las lumbres
corona las altas cumbres,
tan lucientes, ni delgadas.
La pluma que cultamente
entre todas se sublima
del Pindo sobre la cima
i aun del sol sobre la frente
la de doña Ana Vicencia
de Mendoza es, que merece
por el soneto que ofrece
escrito con excelencia.
El quadro del Salvador
con el marco de oro fino,
que premio se da divino
por más que humano valor

(pp. 199-200)

No con poca sutileza
doña Leonor Villalpando
va con su pluma esmaltando
su generosa nobleza.
Lleve el estoico ilustrado [un libro] digno laura para quien
con su Talía tan bien
a los suyos ha imitado

(p. 200)

Doña Agustina Beragua
con elegancia no poca
prueba que le da a la boca
del Monte Parnaso el agua.
Y assí por sus versos graves
que nuestro assunto ennoblecen
sus bellas manos merecen
un par de guantes suaves.
Descubre doña Bernarda
Remírez su ingenio claro,
aunque por cierto reparo
laurel esta vez no aguarda,
porque de la Virgen pura
llama a los pechos panales
siendo cosas desiguales
en la forma y la figura.
Del Mas a doña Isabel
por el soneto encumbrado
Apolo queda empeñado
en ceñirla de laurel
i puesto que él atesora
prendas para el desempeño
ya es casi del premio dueño
quien es de un dios acreedora.

(pp. 202-203)

De María de Zaldívar
es el soneto excelente
cuyo premio, suficiente
no fuera el oro de Tíbar.
A ofrecerle este tesoro
no solo su nombre aspira
que si a buena luz se mira
el soneto es como un oro

(pp. 205-206)

Sentencia del asunto quinto

La hermosa doña Leonor
de Latras i Villalpando
dama que ingeniosos frutos
repite en floridos años
con primoroso artificio
nuestro texto ha dilatado
repartiendo con nosotros
de su glossa los aplausos.
Mas ¿qué mucho?, si por ella
oi se corona de tantos
que a su emulación se alientan
las cultoras del Parnaso.
Y assí para que lisonjas
logre en sus cristales claros
nuestra gratitud atenta
ofrece de plata el vaso.

(pp. 210-211)

Toda llena de alegría
una glossa nos ha dado
Mariana López, que cifra
de la Virgen el hallazgo.
Sus horas ha merecido
para que en solemne canto
la aleluya cante i el
in Domino Gaudeamus.
Doña Bernarda Remírez
pinta con rumbo gallardo
de una soledad las glorias
i las delicias de un prado.
Cuyas generosas sienes
ceñir debe el gremio sacro
de las Musas con claveles
purpúreos i lilios blancos.
De doña Isabel del Mas,
la exposición alabamos
con que galante discurre
cosbre el texto que ha ilustrado.
I no solo por ser dama
sus poemas celebramos
si bien cierra este respeto
del más crítico los labios.

(pp. 211-212)

Sentencia del séptimo asunto

Ingeniosa colora
Josefa Colomina
esplendor de la fuente cabalina
a Clice que anhelante
busca al sol, que la ilustra i enamora
i el volumen radiante
de sus hojas felices iluminas
tan brillantes pinceles
emulación de Cencis y de Apeles
llevan por premio el pasamano de oro
y de las musas el castalio coro
le aplaude i engrandece
y de inmortales lauros la enriqueze.
Doña Isabel del Mas remonta el buelo
en la empressa que ofrece
de aquella ave sin hiel que misteriosa
en su pico de rosa
truxo señas de paz al Patriarca
que las reliquias conservó del suelo
en la feliz clausura de una arca,
y puliendo las plumas,
cerca de las espumas
de un cristalino, y líquido arroyuelo,
en su buelo declara repetido,
que escogió a Cogullada por su nido:
y pues tan bien retrata
lo que pide el cartel su colorido,
dos peveteros llevará de plata.

(pp. 226-227)

Llega doña Bernarda
Remírez mui gallarda,
pintándonos el ave
que ofrecer el trisulco a Jove sabe,
pero esta vez, por agarrar la piedra
no corona sus sienes berde yedra
y por su geroglífico le damos
unos guantes de olor, y le avisamos
que temple de su musa los rigores
que tirar piedras son muchos furores.

(p. 228)

Iosefa Colomina
una serpiente dibuxó enroscada
y la simple avecilla Cogujada
que dulcemente trina
y el bolverse dos vezes vaticina
cuyo ingenio lucido
celebra nuestro claustro agradecido.

(pp. 229-230)

Sentencia del asunto octavo. Romances

Con ingeniosa destreza
doña Lorenza Bordalva
sobre ser hermosa muestra
ser bien entendida dama.
Si del romance que ha escrito
dos traslados entregara
para cumplir el carte
nuestro, con las leyes claras,
premio consiguiera digno,
pero por premio le valgan
un par de guantes de flores
si con gusto se los calza.
A doña Isabel del Mas
Apolo le satisfaga
sus versos, que todo es menos
aquí para deuda tanta.
Y assí unos guantes de flores
a sus manos les señala
que a pedir del assonante
esta vez han de ser blancas.
Eugenia de Castro-Blanco
escribe con elegancia,
pero borre de sus libros
algunas vezes estrañas;
y singularmente aquella
que poco Aspector le llama
a Febo, como si verle
pudiera las cataratas.

(pp. 235-236)

Con jocoso estilo, pues,
solo Iacinta de Artabia
se muestra en materia grave
dulcemente saçonada:
las dos plumas de color
ya son dos ligeras alas,
pues a la esfera sublime
llegan de sus manos blancas.
Por escrivir con destreza
le damos los guantes de ámbar
si bien son escaso premio
a Petronila de Artabia,
pues un soneto que ha escrito
incluye grandeza tanta
que lo menos es tener
la letra más bien formada.

(pp. 239-240)