Título
Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la qual mejora la vida, y la salud humana, con las adicciones de la segunda impresión. Escrita, y sacada a luz por doña OlivaSabuco de nantes Barrera, natural de la ciudad de Alcaraz, con la dedicatoria al rey don Phelipe segundo deste nombre, y la carta al ilustríssimo señor don Franciso Zapata, Conde de Barajas, y presidente de Castilla, &c. Esta nueva impressión va expurgada según el expurgatorio publicado por el Santo Oficio de la Santa, y General Inquisición el año de mil seteciento y siete. Quarta impressión reconocida, y enmendada de muchas erratas que tenían las antecedentes, con un elogio del doctor Martín Martínez a esta obra
Autor
Sabuco, Oliva
Datos de la edición
Domingo Fernández
Madrid
1728
[16]+412+[8] pp. ; 4º
Fuentes
Información técnica



PORTADA DEL EJEMPLAR

SigloXVIII/sabuco1728-1.jpg


[h. 1r]

Nueva filosofía de la naturaleza del hombre no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y salud humana, con las adiciones de la segunda impresión.

Escrita y sacada a la luz por doña Oliva Sabuco de Nantes Barrera, natural de la ciudad de Alcaraz.

Con la dedicatoria al rey don Felipe II de este nombre, y la carta al ilustrísimo señor don Francisco Zapata, conde de Barajas y presidente de Castilla, etc.

Esta nueva impresión va expurgada según el expurgatorio publicado por el Santo Oficio de la Santa y General Inquisición el año de mil setecientos y siete.

Cuarta impresión reconocida y enmendada de muchas erratas que tenían los antecedentes, con un elogio del doctor don Martín Martínez a esta obra.

Año de 1728.

Con licencia.

En Madrid: En la imprenta de Domingo Fernández, en la calle del duque de Alba.

A costa de Francisco López Fernández, se hallará en su librería en frente de las covachuelas de san Felipe el Real.


[h. 1v]Credite pisones
Credite me vobis folia recitasse Sybila
Tempore regis sapientis, veritas non mendacium dominatibur
[h. 2r]

Carta dedicatoria al Rey nuestro señor.

Una humilde sierva y vasalla, hincadas las rodillas en ausencia, pues no puede en presencia, osa hablar. Diome esta osadía y atrevimiento aquella ley antigua de alta caballería, a la cual los grandes señores y caballeros de alta prosapia, de su libre y espontánea voluntad se quisieron atar y obligar, que fue favorecer siempre a las mujeres en sus aventuras. Diome también atrevimiento aquella ley natural de la generosa magnanimidad, que siempre favorece a los flacos y humildes como destruye a los soberbios. La magnanimidad natural y no aprendida del león (rey y señor de los animales) usa de clemencia con los niños y con las flacas mujeres, especial [mente] si postrada por tierra tiene osadía y esfuerzo para hablar, como tuvo aquella cautiva de Getulia, huyendo del cautiverio por una montaña donde había muchos leones, los cuales todos usaron [h. 2v] con ella de clemencia y favor por ser mujer y por aquellas palabras que osó decir con gran humildad. Pues así yo con este atrevimiento y osadía oso ofrecer y dedicar este mi libro a vuestra católica Majestad y pedir el favor del gran león rey y señor de los hombres, y pedir el amparo y sombra de las aquilinas alas de vuestra católica Majestad, debajo de las cuales pongo este mi hijo que he engendrado. Y reciba vuestra Majestad este servicio de una mujer, que pienso es mayor en calidad que cuantos han hecho los hombres, vasallos o señores que han deseado servir a vuestra Majestad; y aun que la cesárea y católica Majestad tenga dedicados muchos libros de hombres, a lo menos de mujeres, pocos y raros, y ninguno de esta materia. Tan extraño y nuevo es el libro cuanto es el autor. Trata del conocimiento de sí mismo y da doctrina para conocerse y entenderse el hombre a sí mismo y a su naturaleza, y para saber las causas naturales porque vive y porque muere o enferma. Tiene muchos y grandes avisos para librarse de la muerte violenta. Mejora el mundo en muchas cosas a las cuales si vuestra merced no puede dar orden, ocupado en otros [h. 3r] negocios, por ventura los venideros lo harán, de todo lo cual se siguen grandes bienes. Este libro faltaba en el mundo, así como otros muchos sobran. Todo este libro faltó a Galeno, a Platón y a Hipócrates en sus tratados de natura humana, y a Aristóteles, cuando trató de ánima y de vita y morte. Faltó también a los naturales como Plinio, Eliano y los demás, cuando trataron de homine. Esta era la filosofía necesaria y la mejor y la de más fruto para el hombre, y esta toda se dejaron intacta los grandes filósofos antiguos. Esta compete especialmente a los reyes y grandes señores porque en su salud, voluntad y conceptos, aspectos y mudanzas va más que en las de todos. Esta compete a los reyes, porque conociendo y entendiendo la naturaleza y propiedades de los hombres, sabrán mejor regirlos y gobernar su mundo así como el buen pastor rige y gobierna mejor su ganado cuando le conoce su naturaleza y propiedades. De este coloquio del conocimiento de sí mismo y naturaleza del hombre resultó el diálogo de la vera medicina que allí se vino nacida, no acordándome yo de medicina porque nunca la estudié, pero resulta [h. 3v] muy clara y, evidentemente, como resulta la luz del sol, estar errada la medicina antigua que se lee y estudia en sus fundamentos principales, por no haber entendido ni alcanzado los filósofos antiguos y médicos su naturaleza propia, donde se funda y tiene su origen la medicina. De lo cual no solamente los sabios y cristianos médicos pueden ser jueces pero aun también los de alto juicio de otras facultades, y cualquier hombre hábil y de buen juicio, leyendo o pasando todo el libro, de lo cual no solamente sacar a grandes bienes en conocerse a sí mismo y entender su naturaleza y afectos y mudanzas, y saber porque vive, o porque muere o enferma, y otros grandes avisos para cuitar la muerte violenta, y cómo podrá vivir felice 1La última edición del DRAE lo recoge, aunque especifica que es un término en desuso. en este mundo, pero aun también entenderá la medicina clara, cierta y verdadera, y no andará a ciegas con ojos y pies ajenos, ni será curado del médico como el jumento del albéitar, que ni ve ni oye ni entiende lo que le curan, ni sabe por qué ni para qué. Pero especialmente los médicos de buen juicio, cristianos, libres de interés y magnánimos que estimen más el bien público que el [h. 4r] suyo particular, luego verán de lejos relucir las verdades de esta Filosofía, como relucen en las tinieblas los animalejos lucientes en la tierra y las estrellas en el cielo, y el que no entendiere ni comprendiere, déjela para los otros y para los venideros, o crea a la experiencia y no a ella, pues mi petición es justa, que se pruebe esta mi secta un año, pues han probado la medicina de Hipócrates y Galeno dos mil años, y en ella han hallado tan poco efecto y fines tan inciertos como se ve claro cada día, y se vido en el gran catarro, tabardete, viruelas, y en pestes pasadas y otras muchas enfermedades, donde no tiene efecto alguno, pues de mil no vi en tres, todo el curso de la vida hasta la muerte natural, y todos los demás mueren muerte violenta de enfermedad, sin aprovechar nada su medicina antigua. Y si alguno, por haber dado avisos de algunos puntos de esta materia en tiempo pasado, ha escrito o escribe, usurpando estas verdades de mi invención, suplico a vuestra católica Majestad mande las deje [sic], porque no mueva a risa, como la corneja vestida de plumas ajenas. Y no se contente vuestra Majestad con oírlo una vez, sino dos y tres, que cierto [h. 4v] él dará contento y alegría y gran premio y fruto. Tuve por bien de no enfadar con la ostentación de muchas alegaciones ni refutaciones, porque estas impiden el entendimiento y estorban el gusto de la materia que se está hablando. Cuán extraño, más alto mejor y de más fruto es este libro que otros muchos, tan extrañas, mejores y extraordinarias mercedes espera esta humilde sierva de vuestra Majestad, cuyas reales manos besa, y en todo próspero suceso, salud, gracia y eterna gloria le desea.


Catholicae tuae Maiestatis ancilla,
Oliva de Nantes Sabuco Barrera



[h. 5r]

Carta en que doña Oliva pide favor y amparo contra los émulos de este libro.

Al ilustrísimo señor don Francisco Zapata, conde de Barajas, presidente de Castilla y del consejo de estado de su Majestad, doña Oliva Sabuco, humilde sierva, salud, gracia y eterna felicidad desea.
Cosa natural es, ilustrísimo señor, que la semejanza en condición y estudio causa amor, afición y deseo de servir, pues como yo vea en vuestra señoría ilustrísima un cuidado y estudio tan extraño y raro, tan olvidado y que tan pocos lo tienen, que es mejorar este mundo y sus repúblicas de muchas y grandes faltas que en él hay, con un ingenio tan alto y raro que, para conocerlas y entenderlas, es bastante con juicios y sentencias que vencen las de Salomón y deshacen los engaños y versucias humanas, aventajándose siempre, imitando aquel antiguo oficio de su generosa y alta prosapia en favorecer y servir a su rey y señor. Y en esto, yo en mi manera, indigna de tal cuidado, como sombra siga las dichosas pisadas en este deseo muchos años ha. Acordé en comendar esta obra y pedir favor a vuestra señoría ilustrísima, aclarando y significando dos yerros grandes que traen perdido al mundo y sus repúblicas, que son estar errada y no conocida la naturaleza del hombre, por lo cual está errada la medicina; y este hierro nació de la Filosofía y sus principios errados, por lo cual también gran parte y la principal de la Filosofía está errada. Y de lo uno y de lo otro lo que se lee en Escuelas no es así, y traen engañado y errado al mundo con muy grandes daños. Todo lo cual, si el Rey nuestro señor y vuestra señoría ilustrísima en su nombre fuere servido de concederme su favor y mandar juntar hombres sabios (pues es cosa que tanto monta para mejorar este mundo de su Majestad y mejorar el saber, salud y vida del hombre), yo les probaré y daré envidencias cómo ambas cosas están erradas y engañado el mundo, y que la verdadera Filosofía y la verdadera Medicina es contenido en este libro que yo, indigna, ofrezco y encomiendo a vuestra señoría ilustrísima (que representa la persona real) y pongo de- [h. 5v] bajo de sus alas y amparo, y a mí con él, que aunque de tal favor me siento indigna, a lo menos es negocio tan alto y que tanto monta al mundo y al servicio de su majestad, merezca el alto favor y amparo de vuestra señoría ilustrísima para dar luz de la verdad al mundo y para que los venideros gocen de Filosofía, y de la alegría y contento que consigo tiene, pues los pasados no gustaron sino de oscuridad y tormento, que los fallos principios causaron, y así un yerro nació de otro. Vale.


Omnia vincit veritas.

Parecer del reverendísimo padre maestro fray Francisco Montiel de Fuentenobilla , del orden de nuestra señora del Carmen de la Observancia , exprovincial de la provincia de Castilla, calificador de la Suprema y examinador sinodal del arzobispado de Toledo (a esta nueva impresión).

Aunque se ha impreso varias veces la Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, de aquella insigne heroína Doña Oliva Sabuco de Nantes, dos en Madrid, los años de 1587 y 1588, y otra en Braga el año de 1622, son tantos los discretos y aficionados a este libro y que le desean con ansia, que le ha precisado a un deseoso de la común utilidad a que nuevamente le dé a estampa, y para que se saliese conforme al mandato del Santo Tribunal de la Inquisición se me entregó el original para expurgarle y quitarle todo lo que manda el expurgatorio publicado el año de 1707.
Y en cumplimiento de este precepto, como calificador que soy del Supremo Consejo de la Santa y General Inquisición, digo que en esta nueva impresión va quitado todo lo que tenían que quitar y borrar las antecedentes según las citas de dicho expurgatorio. Así lo siento. En este de Carmen de la Observancia de Madrid. Mayo 24 de 1728 años.
Maestro fray Francisco Montiel de Fuentenoblilla

[h. 6r]

Sonetos en alabanza del autor y de la obra, compuestos por el licenciado Juan de Sotomayor , vecino de la ciudad de Alcaraz

Oliva de virtud y de belleza
con ingenio y saber hermoseada,
Oliva do la ciencia está cifrada
con gracia de la suma eterna alteza.

Oliva de los pies a la cabeza
de mil divinos dones adornada,
Oliva para siempre eternizada
has dejado tu fama y tu grandeza.

La oliva en la ceniza convertida
y puesta en la cabeza nos predica
que de ceniza somos y seremos.

Mas otra Oliva bella, esclarecida,
en su libro nos muestra y significa
secretos que los hombres no sabemos.

Segundo soneto

Los antiguos filósofos buscaron
y con mucho cuidado han inquirido,
los sabios que después de ellos ha habido
la ciencia, y con estudio la hallaron.

Y cuando ya muy doctos se miraron
conocerse a sí propios han querido,
mas fue trabajo vano y muy perdido
que de este enigma el fin nunca alcanzaron.

Pero pues ya esta Oliva generosa
da luz y claridad y fin perfecto
con este nuevo fruto y grave historia.

Tan alto que natura está envidiosa
en ver ya descubierto su secreto,
razón será lo tengas en memoria.

[h. 6v]

Suma de la licencia

Tiene licencia por los señores del Real Consejo de su Majestad, que Dios guarde, Francisco López Fernández, librero en esta Corte, para reimprimir el libro Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, escrito por Doña Oliva Sabuco, como más largamente consta por su original. Madrid y marzo 11 de 1728 años.
Don Baltasar de San Pedro

Fe de erratas

Pág. 17 lín. 25 mas no vale, lee mas nos vale. Pág. 95 lín. 27 en el caneo, lee en el cráneo. Pág. 110 lín. 11 desambriento, lee desabrimiento. Pág. 224 lín. 22 y remedicos, lee y remedios.
En este libro intitulado Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, escrito por Doña Oliva Sabuco, advirtiendo estas erratas, corresponde a su original. Madrid y junio tres de mil setecientos y veinte y ocho años.


Lic. D. Benito de Rio Cao de CordidoCorrector General por su Majestad

Suma de la tasa

Tasaron los señores del Real Consejo este libro a seis maravedís cada pliego, como más largamente consta de su original. Madrid y junio 7 de 1728 años.
[h. 7r]

Elogio de la obra de nuestra insigne doctriz doña Oliva Sabuco del doctor don Martín Martínez , médico de la familia del Rey nuestro señor, examinador de Protomedicato, expresidente de la Regia Sociedad de Sevilla, y profesor público de Anatomía.

Como nada se opuso más al descubrimiento del Nuevo Mundo que el errado concepto de que ya todo estaba descubierto, así nada se ha opuesto más en nuestras escuelas a la comprensión de la naturaleza que la falta de suposición de que ya estaba comprendida. Contra este perjudicial supuesto sumó valor esta insigne española al escribir un nuevo sistema de medicina, aun en aquel feliz siglo (que se pudo llamar Augusteo de España ) en que eminentemente florecieron todas las ciencias y buenas artes borrando el non plus ultra y venciendo las gloriosas columnas que Aristóteles y Galeno habían puesto por último término de las verdades. En aquellos felices tiempos que los Vegas y los Valles ilustraban el mundo con sus obras tuvo aliento esta mujer de decirle a Felipe Segundo, su soberano, que Aristóteles y los demás filósofos no habían entendido la naturaleza del hombre y que su médico, aquel florido valle de sabiduría, si miraba con reflexión su libro, no solo podía escribir de nuevo sus controversias sino toda la Medicina.
Yo no me atreveré a decir tanto, pero diré que es bien extraño que se celebre de Aristóteles hasta lo que no se entiende y que nuestros filósofos no se atrevan a ser transgresores de sus textos sin la venia de una interpretación, como si fueran cánones de Concilio. Diré también que la Física y Medicina ni estuvieron ni aún están ocupadas, y que muchísimos fueran grandes médicos y filósofos si no creyeran que ya lo eran. Tan lejos está de que se tenga en Doña Oliva por temeridad querer sacar estas facultades del estrecho recinto a que las tenía reducidas la preocupación.
[h. 7v] Sucediola a nuestra doña Oliva lo que el gran Colón, que el éxito hizo después gloriosa la invención que la ceguedad reputó antes por ridícula. Entre las asperezas de Sierra Morena fertilizó esta oliva el orbe de las Letras. Su pensamiento pareció solo sibílico furor de una fecunda imaginativa, pero los experimentos de nuestro siglo (como ella misma pronosticó) ya le han reducido a sistema. El doctísimo Encio (en cuya boca, si creemos a Carleton, parece que hablaba la misma sabiduría) y toda su sociedad inglesa, sobre la bella fantasía de esta mujer, fabricaron el famoso sistema del suco nervoso, aunque incurrieron en la negra nota de no nombrarla, pues es muy de creer que habiendo escrito en tiempo de Felipe Segundo, y dedicado al rey su libro, cuando este príncipe pasó a Inglaterra pasase la tal obra, de donde disfrutaron los ingleses la India, que esconde en tan breves hojas, haciéndola más suya que del país que la produjo. Yo solo en este tiempo he procurado volver a mi patria y establecer en ella el tesoro usurpado. Bien podrán impugnar la opinión de doña Oliva y mía pero no me podrán negar que en defender la opinión de una dama si ella fue el Colón, yo soy el Cortés.
En la Anatomía completa que voy a dar al público sostengo esta hipótesis fundada sobre la historia de la naturaleza misma, aclarando la oscuridad que la dio la ruda Anatomía de aquellos siglos. Hay quien dice que esta obra no fue de mujer, yo estoy persuadido a [sic] que sí porque el soberano a quien se dedicó fue demasiado grave y circunspecto para que en materia tan importante y seria nadie se atreviese a hablarle disfrazado, pero fuese quien fuese lo cierto es que no le bastó el implorado auxilio para que se probase su método. ¡Oh, desgracia! Que no se consulte la experiencia sobre la duda y que la terquedad sobre la conjetura funde dogma. En fin, repito de esta obra lo que la misma autora generosamente dijo, que este libro solo faltaba como otros muchos sobran. Cuantas objeciones se propongan contra esta hipótesis ilustrada con las nuevas luces que hoy tenemos.


Expediam: O prima revocabo exordia pugna.
Doctor Martín Martínez.



[h. 8r]

Lo que contiene esta Nueva Filosofía es lo siguiente:

[Un coloquio del conocimiento de sí mismo, en el cual se dan grandes avisos, por los cuales el hombre entenderá su naturaleza y sabrá las causas naturales porque vive y porque muere o enferma, y podrá evitar la muerte temprana o violenta, y podrá vivir feliz hasta llegar a la muerte natural de la vejez, que se pasa sin dolor. ]
[Item, un breve tratado de la compostura del mundo como está. ]
[Item, las cosas que mejorarán este mundo y sus repúblicas. ]
[Item, remedios de la vera medicina, con los cuales el hombre podrá entender, regir y conservar su salud. ]
[Contiene más la vera medicina y vera filosofía, oculta a los antiguos en dos diálogos. ]
[Item, dichos breves y paradojas notables y de gran fruto. ]


Compuesta por doña Oliva Sabuco de Nantes, vecina y natural de la ciudad de Alcaraz.

[h. 8v]

Prólogo al lector

Cosa injusta es y contra razón, prudente lector
, juzgar de una cosa sin verla ni entenderla. Equidad y justicia hacía aquel filósofo que cuando oía alguna diferencia, tapaba la una oreja y la guardaba para oír la otra parte. Pues esta es la merced que aquí te pido: que no juzgues de este libro hasta que hayas visto y entendido su justicia, pasándolo y percibiéndolo todo; entonces pido tu parecer y no antes. Y suplico a los sabios médicos esperen con prudencia al tiempo, experiencia y suceso que declaran a vista de ojos la verdad. Bien conozco que por haberse dejado los antiguos intacta y olvidada esta filosofía, y por haberse quedado la verdad tan a trasmano, parece ahora novedad o desatino, siendo como es la verdadera mejor y de más fruto para el hombre. Pero si consideras lo poco que el entendimiento humano sabe en comparación de lo que mucho que ignora, y que el tiempo inventor de las cosas va descubriendo cada día más en todas las artes y en todo género de saber, no darás lugar, benigno lector, a que la injusta envidia, emulación o interés prive al mundo de poderse mejorar en el saber que más importa y más utilidad y fruto puede dar al hombre. Vale.
[p. 1]Coloquio del conocimiento de sí mismo…
[p. 412]


1. La última edición del DRAE lo recoge, aunque especifica que es un término en desuso.