Título
Despertador del alma al sueño de la vida en voz de un advertido desengaño
Autor
Meneses, Juana Josefa de
Datos de la edición
Imprenta de Manuel Lopes Herrera
Lisboa
1695
Fuentes
Información técnica



PORTADA DEL EJEMPLAR



[h. 1r]

[[Grabado alegórico: Entre una palma y un ciprés aparece una imagen ovalada con una cítara y la siguiente inscripción: Versa est in luctum Cithara. Iob. Cp. 30. Debajo hay dos figuras: a la derecha una femenina, que parece alegoría del tiempo con una guadaña y un reloj de arena, y con una banda y una inscripción en ella: Mudo Despertador sea la Fama; y a la izquierda un personaje masculino con dos clarines y otra banda donde se lee: Cuando es ronco Clarín la vos del Tiempo ] ]

[h. 2r]

Despertador del alma, al sueño de la vida.

En voz de un advertido desengaño.

Dale a la estampa Apolinario de Almada.

[[Viñeta xilográfica] ]

En Lisboa. En la Emprenta de Manuel Lopes Herrera,MDCXCV.

Con todas las licencias necesarias.


[h. 3r]

Al que leyere.

Estas voces de la advertencia o razones del acuerdo, que son verdaderos Despertadores del alma en el sueño de la Vida [de inculto ingenio que los mueve, en mano que los señala] se ofrecen o se enseñan a los ojos del que leyere, no queriendo dedicatoria para sobornos sino prólogo para desengaños. ¿Cuántas veces la adulación del que busca amparo encuentra ruina y caducan en el papel, blancas cenizas, los humos del que presume hallar en los [h. 3v] títulos del libro más que a bulto las atenciones, peligrando en el invisible rayo del desprecio hojas que se coronaban de laureles? No valen los escudos de las armas al riesgo de las letras ni preserva la excelencia de la protección, el cariño de la amistad, o la benevolencia de los lectores de los estragos del tiempo, los golpes de la murmuración o los reparos de la advertencia, y poco importan los ruegos o los amparos, ni aún los mismos aciertos si el gusto de los genios varía en las opiniones, aun cuando no desvaría en las censuras y le enajena el discurso no hallar tal vez propiedad en ajenas ideas. Bien puede ser que haya quien diga que, hurtando el color de la esperanza, aún hay verdores en estos desengaños; yo lo confieso sin que el trato de las voces extrañas haga en [h. 4r] mi poco acorde lira experiencias más cuerdas. Pero ¿cuándo de estas hojas no compuso sus cortezas la Poesía y no envainó el vulgar sabido axioma de la medicina el acerado efecto del remedio en las brillantes apariencias del oro? No presumo que le haya en las llaves con que cierran estos versos, pero si abrieren con sus yerros camino al desengaño en las ocultas sendas de su fin no errarán los pasos los que peregrinos se hazieren de lo provechoso del recuerdo mal envuelto en lo deleitable del engaño. Supongo que también dirá tal vez la objeción que estas medidas, aunque mal ajustadas frases, más parecen descansos del ocio que tareas del desengaño; y yo diré también que el uso arrebató el hilo del discurso y el genio llevó tras sí el estilo pero no el conocimiento de [h. 4v] que no hay en el mundo permanencia de objeto que merezca deseos a la vida, y aquellos mal empleados cuidados con que se sacrifica a sus desvelos entre sus propios afanes. La Elevación es caduco precipicio del tiempo; la Nobleza aparente lisonja de la estimación, que cuanto más nombra en progenitores tanto más señala en desengaños; la Riqueza injusta dorada prisión del ánimo, forjada en la edad del hierro; la Hermosura, peligroso cariño de una Aurora ahajada flor del aire de una vanidad; el Valor, vapor arrebatado de la cólera, roja nube de la sangre, tonante sonido de la venganza y rayo infausto de la vida; y el Entendimiento (primogénito del alma, noble afecto de la idea) es, en efecto, indiferente concepto de que todos hacen juicio, que de sí propio acaba [h. 5r] al poder del tiempo o al estrago del olvido, y en el aplauso ajeno perece a las manos de la ignorancia o a las voces de la envidia, ciego tal vez a la despierta luz del aviso y sordo a la acordada razón del escarmiento. Pero todos estos engaños califica el mundo en estimaciones y en vivas idolatradas estatuas de su culto la vanidad; ¡harto lo deben sentir las propias experiencias y poco lo lloran los mismos advertidos desengaños! ¿Quién, sabiendo que nació mortal, vive olvidado?; y, enredando con el uso de la vida el hilo de la Parca cae en los lazos de la inclinación, que, si justos no encaminan a la virtud, peligran ciegos en el laberinto del mundo; y aliñando con la vanidad castigos al pecado hacen de las propias galas gusanos a la conciencia y no morales atencio- [h. 5v] nes al reparo. Oh, cristiano lector, tiemble a todas horas la cuenta quien oye en el reloj del tiempo números a la mortalidad y mira en los ajenos avisos tan próximos los propios riesgos. Esto dice el Alma en más compuesta frase a la vida, en los numerados alientos del metro. No sé si acertó ni el tiempo de hablar ni el modo de decir, Musa, que se ignora en las cadencias y se introduce en los desengaños, no habiendo tenido para los documentos y para los ejemplares (en la que pulsa, extranjera lira) más enmiendas que las de la propia pluma ni más libros que el de la memoria, que tropieza, tal vez inadvertida, en lo mismo que señala escarmentada; pero la causa disculpa el recuerdo cuando el Numen no abone la elegancia, debiendo despertar con más causa los [h. 6r] mortales a la trompa del Juicio que al clarín de la Fama; que importan poco los aplausos, no solo a quien no tiene nombre, pero a todos los que tienen conocimiento, pues no dan las frágiles alas de una pluma buena razón de los intentos, si de gloria más digna no hacen mejor aprecio las virtudes. A ellas solo con católico celo se dirijan todas nuestras acciones, y permita el soberano Autor que llegue su impresión en los ánimos con dichosos vuelos del alma a escribirse en el Libro de la Vida.
Todo se sujeta a la enmienda de los doctos y con humilde, obsequioso, filial rendimiento a la sola verdadera doctrina de nuestra santa madre, la Iglesia Católica Romana, confesando ingenuamente no solo la [h. 6v] natural ignorancia, pero la falta de los estudios y que las separadas tablas en que se pinta lo fabuloso, es licencia poética de la erudición para el ejemplo y de ninguna manera crédito de la bosquejada ficción.
[h. 7r]

A un libro poético intitulado Despertador del alma al sueño de la vida. Soneto.

Despertador, que en cláusulas sonoras,
con reguladas, dulces armonías,
del mundo los engaños desafías,
del cielo los avisos atesoras.

Divino inspiras, métrico enamoras,
y del tiempo en las rápidas porfías
convences el error de tantos días
con la breve lección de pocas horas.

De numen superior son influidos
en tantas ejemplares excelencias
ritmos perfectos, números partidos,

y es la luz que señalan tus cadencias
despertador que avisa los sentidos,
desengaño que alumbra las potencias.

Do Conde da Ericeyra.

Admiración de un papel de autor incógnito, intitulado Despertador del alma al sueño de la vida. Romance endecasílabo.

Docto papel, que a números sonoros,
lo útil, lo süave reduciendo,
haces los caracteres cuerdas voces
a que el estilo sirve de áureo plectro.
Fiel traslado te admiro, a todas luces
de ese alto Olimpo, de ese globo etéreo,
siendo llama el concepto del Empíreo,
siendo rayo la voz del firmamento.
El espíritu puro y armonioso
que el dictamen anima, inflama el metro,
es dos veces ardor participado
de lumbre celestial, de sacro fuego.
[h. 8r]Las deidades, que son del gran volumen
figuras y asterismos, concurrieron
a componerte, como el de Pandora
cada cual de su parte el mejor cuerpo.
Influ[y]en en tus versos lo lucido,
lo grave, lo valiente, lo supremo,
lo elocuente, lo grave, lo agradable,
Luna, Hermes, Venus, Sol, Mars, Jove, Tiempo.
Mas como excedes en materia y forma
aún más te sube de la fama el vuelo
para sacarte a luz, dando a la estampa
tus octavas en el octavo cielo.
Desde allá en señas las verdades claras,
que es justo y es glorioso desempeño,
si el engaño se encubre entre las flores,
que el desengaño brille en los luceros.
Apellidarte octava maravilla,
aunque no es novedad, tendrá misterio,
pues obra en nombre, en título artificio
das a la semejanza fundamento;
los muros de la antigua Babilonia
igualas en estancias y en modelo,
siendo a la tentación fuerte reparo
y para la virtud pensil ameno;
al templo de Diana haces ventaja
por singularidad del Arquitecto
[h. 8v]pues dejó que admirar en muchos años,
dándote perfección en poco tiempo.
Las famosas pirámides de Egypto
ceden a tu estructura los trofeos,
pues en lo inaccesible y elevado
el ápice pusiste a lo perfecto;
del Coloso mejoras las ruinas,
pues con doctrina tal, con tales versos,
a Phebo eriges firme simulacro,
muestras a la razón seguro puerto;
al túmulo ideado de Arthemisa
en causa y en autor tienes exceso,
pues de la vanidad eres sepulcro
y él fue de la soberbia monumento.
el palacio de Cyro no te iguala,
pues por tus galerías discurriendo,
cuando el arte distingue los sentidos
la cultura confunde los objetos;
de la torre de Pharo eres trasunto,
pues sea en lo exterior, sea en lo interno,
halla mi erudición farol lucido
y mira mi consciencia claro espejo.
Súfreme este grosero, indigno elogio,
que es ambición con hábito de obsequio
porque cuando te alabo me acredito,
dando a entender al mundo que te entiendo.
[h. 9r]Tu resplandor admiro impenetrable
y si es que alguna luz he descubierto
no fue de la lisonja en los antojos
sino de la atención en los reflejos.
Solo pagar podrán las suspensiones
los que al mundo publicas documentos;
ya, pues, que te ofendí con el aplauso,
te empiezo a celebrar con el silencio.

De S. P. V.

[h. 9v]

Aprovação. Senhor.

Este canto intitulado Despertador del Alma, al sueño de la vida, que com amplo, sublime, grave, veemente e copioso estilo compôs Apolinario de Almada (que se diz ser seu autor) não contém cousa alguma que proiba a lei civil, e que encontre o Real serviço de Vossa Magestade. Antes é digno de se encomendar a estampa, para que os sujeitos que a natureza informou com este ilustre genio, e exercitam esta nobilíssima arte, aprendam agora com religioso e suave estímulo a melhorar os empregos de seus estudos, beatificando os assuntos de seus poemas. E convertidos ao acorde feliz e medroso eco deste Despertador, sirvam desde hoje neste templo da verdade ao culto da poesia sacra, com aquelas mesmas vozes, metros, ritmos e figuras, que tão vulgarmente costumam derramar com estragada eloquência sobre vaníssimos assuntos. Vossa Magestade mandará o que máis convier a seu real serviço. Deus guarde a Vossa Magestade. Lisboa de agosto 20 de 1694.
Joseph da Cunha Brochado.

[h. 10r]

Licenças.

Vistas as informações, podese imprimir o livro de que esta petição trata e depois de impresso tornará para se conferir e dar licença que corra e sem ela não correrá. Lisboa, 5 de maio de 1693.
Pimenta

Noronha Foyos

Podese imprimir este livro e depois tornará para se conferir e se dar licença para correr e sem ela naõ correrá. Lisboa, 6 de agosto de 1693.
Serrão

Podese imprimir, vistas as licenças do Santo Oficio e Ordinario e depois de impresso tornará a esta mesa para se conferir e taxar e sem isso não correrá. Lisboa, 31 de agosto de 1694.
Mello P

Roxas Lamprea

Marchão

Azevedo

Visto estar conforme com seu original, pode correr. Lisboa, 4 de março de 1695.
Pimenta

B.B.

Castro

Foyos

Pode correr. Lisboa, 5 de março de 1695.
Serrão

Taxam este livro em duzentos reis. Lisboa, 5 de março de 1695.
Mello P

Marchão

Ribeyro

[f. I, «Carísima prisión, vínculo estrecho» - f. 150, octava 300, «...a ser del alma, eternamente vida».]