Título
Desengaño de religiosos, y almas que tratan de Virtud. Escrito por la V. Madre Sor María de la Antigua, Religiosa Professa de velo blanco en la esclarecida Orden de Santa Clara en el Convento de la Villa de Marchena de la Santa Provincia de Andaluzia. Sácale a la luz del mundo, debaxo de la proteccion de nuestro CatolicoMonarca Carlos Segundo, El P. Fr. Pedro de Valbuena, Predicador, Difinidor habitual, è Hijo de la Santa Recoleccion de esta dicha Provincia de Andaluzia.
Autor
María de la Antigua
Datos de la edición
Juan Cabezas
Sevilla
1678
17 hs.+814 pp.+13 hs. ; Fol.
Fuentes
Información técnica



PORTADA DEL EJEMPLAR

SigloXVII/mariaantigua1678-1.jpg


[h. 1r]

Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud.

Escrito por la venerable madre sor María de la Antigua , religiosa profesa de velo blanco de la esclarecida orden de Santa Clara, en el convento de la villa de Marchena de la santa provincia de Andalucía.

Sácale a la luz del mundo, debajo de la protección de nuestro católico monarca Carlos segundo, el padre fray Pedro de Valbuena , predicador, definidor habitual e hijo de la santa recolección de esta dicha provincia de Andalucía.

Con privilegio.

En Sevilla, por Juan Cabezas, año de 1678.
[h. 1v]Grabado a plana completa que representa a la autora junto a su confesor, Bernardino de Corvera. Debajo, enmarcado, se lee: “Verdaderas efigies de la venerable madre sor María de la Antigua, religiosa profesa en el convento de Santa Clara de Marchena, donde vivió 36 años. Murió año de 1617, a 22 de septiembre, y del venerable padre fray Bernardino de Corvera, su confesor”.[h. 2r]

Licencia de la Orden

Fray Diego Fernández de Angulo , lector jubilado, predicador de su majestad, calificador en su real consejo de la santa general inquisición, comisario general de toda la orden de nuestro seráfico padre san Francisco en esta familia cismontana, etc. Al padre fray Pedro de Valbuena , predicador, hijo de nuestra santa provincia de Andalucía y guardián de nuestro convento de Santa María de los Ángeles de Jimena en la Santa Recolección, salud y paz en nuestro señor Jesucristo.

Por cuanto por la representación que vuestra reverencia nos hizo de tener escrito y dispuesto el libro, cuyo título es Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud (el cual escribió la venerable madre María de la Antigua , religiosa profesa de nuestro convento de Santa Clara de la villa de Marchena ), para darle a la imprenta y le remitimos, según nuestros estatutos, a personas graves y doctas de nuestra orden para que le examinasen y den sus aprobaciones. Nos consta no tener cosa que obste a lo dispuesto por los sagrados cánones, decretos apostólicos y leyes de nuestra sagrada religión, antes bien servirá al bien y utilidad de las almas. Por tanto, por virtud de las presentes, damos a vuestra reverencia nuestra bendición y concedemos licencia para que pueda imprimir el dicho libro Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, que escribió la dicha venerable madre María de la Antigua , servatis in reliquo servandis. Dada en nuestro convento de San Francisco, casa grande de la ciudad de Sevilla, en 17 días del mes de mayo de 1675.


Fray Diego Fernández de Angulo , comisario general,

por mandado de su reverendissima, fray Sebastián de Arroyo , secretario general de la orden.

Aprobación del muy reverendo padre fray Alonso Calderón , lector jubilado, calificador del santo oficio y provincial de esta provincia de Andalucía.

Obedeciendo el orden de nuestro reverendísimo padre fray Diego Fernández de Angulo , comisario general de esta familia seráfica, he visto este libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, escrito con singular espíritu por la mano de una humilde religiosa de velo blanco, la venerable madre sor María de la Antigua , profesa en el convento de Santa Clara de la villa de Marchena, el cual saca hoy a luz el padre fray Pedro de Valbuena , predicador, definidor habitual e hijo de la santa recolección de nuestra santa provincia. Leí con admiración algunas veces los cuadernos sueltos que de esta venerable madre corrían entre los más perfectos y que trataban de espíritu, y viendo hoy junta toda la obra y hallándome con la obligación en que me pone la obediencia de mi censura, no hallo otra más proporcionada a mi sentir que el acomodarle las palabras del Eclesiástico en el capítulo 24, donde, hablando de la sabiduría de Dios participada, dice por la boca de Jesús Sirac1Se atribuye a un Jesús, hijo de Sirac o Sirach la redacción del libro de la Biblia Eclesiástico. : “De mí, como de mi celestial paraíso, tienen principio y origen todos los ríos de la sabiduría que fertilizan la tierra”, Ego sapientia effudi flumina2Ecclesiasticus, 24, 40. . Y hablando en estos escritos la venerable madre María , diré yo con ella: Ego quasi trames aquae inmensae de fluvio ; ego quasi fluviis dioryx, et sicut aquaeductus exivi de Paradiso. Dixi, rigabo hortum meum plantationum, et inebriabo prati mei fructum3Ecclesiasticus, 24, 41-42. . “Yo fui como una presa grande hecha cerca de un río para llenarle de agua y como un copioso caudal salí del paraíso”. Sin mucha violencia los que leyeren este libro verán la propiedad con que le conviene este texto a nuestra sierva de Dios, pues su humildad profunda hizo en su alma una tan gran capacidad para recibir los secretos de la divina sabiduría, que sola se comunica a los humildes, que pudo muy bien decir: “Yo fui como una hoya grande, en quien el río caudaloso de la eterna sabiduría derramó liberal mucha parte de sus cristalinas aguas”. Este mismo sentido tiene el símil que está en la vulgata antigua, porque la palabra Diorix griega significa en nuestra castellano ‘hoya’, de que hace mención la glosa ordinaria, aludiendo a un río muy precipitado que hay en la Armenia: Sicut fluvius Diorix, sic dictus, quia de rapacitato sua uncta prosternis. Viénele la propiedad de este río muy ajustada a la fuerza de estos escritos, pues como algunos han experimentado (y espero en Dios experimentarán), es tan grande que arrastra los mayores inconvenientes que pueden impedir al alma el caminar a la perfección. Por eso añade el texto: Et sicut aquaeductus exivi de Paradiso. Pues estas aguas de celestial doctrina no solo fueron beneficio de la venerable madre, sino que se las dio el Señor para con ellas fertilizar la tierra de la iglesia. Muchas veces se hallará en estos escritos comprobada esta verdad, pues así se lo dice el Señor a su sierva en ellos, como asimismo lo comprueban los dichos de muchos testigos que han reconocido en sí los efectos de esta celestial doctrina.
Lo que siento es que este libro es muy conforme al fervor y encendido celo de la venerable madre, en quien se descubren caudales de doctrina sagrada. Muestra alteza grande de espíritu, especulación elevada, codicia de [h. 2v] almas para Dios en el aprovechamiento de todos y como tal le tengo por útil, de santa doctrina y merecedor de ser leído, venerado y aprobado de todos. Este es mi parecer, salvo etc. En San Francisco de Sevilla, en 25 de abril de 1675.
Fray Alonso Calderón.

Aprobación del reverendo padre fray Gabriel de la Sierra Rubalcaba , lector jubilado, regente de los estudios del Real Convento y Casa Grande de San Francisco de Sevilla y calificador del santo oficio.

Obedeciendo el orden de nuestro reverendísimo padre comisario general, he visto el libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, que escribió la venerable madre sor María de la Antigua , religiosa profesa de velo blanco en el convento de Santa Clara de la villa de Marchena, el cual tiene dispuesto para dar a la estampa el reverendo padre fray Pedro de Valbuena , definidor habitual, predicador e hijo de la recolección de nuestra santa provincia. Y habiéndole leído repetidas veces con especial atención y cuidado, hallo (según mi juicio) que lo que menos necesita es de aprobación extrínseca, pues no hay en él palabra que no sea intrínseco y verdadero testimonio de lo alto y soberano de su doctrina: Vera quidem sunt, et perspicua ea, qua non ab aliis, sed a se ipsis fidem habenta
a Job. lib I, cap. 4.
. Y siendo este mi sentir, no hallo en esta obra qué censurar, porque si se atiende a los altos y delicados puntos de teología mística y escolástica que contiene, con tanta propiedad declarados; a los textos de escritura, que toca con viveza de espíritu entendidos; y a la profundidad y solidez de la mística teología que enseña; y por otra parte se mira ser el autor no un celebrado catedrático (de cuyo repetido estudio fuera excesivo empleo este tratado), si [no] una pobrecita y humilde lega, parece que le viene aquella cláusula del evangelio nacida: Abscondisti hac a sapientibus et prudentibus, et revelasti ea parvulisb
b Psalm 118.
. Esto es mirando al principio. Y si se repara en los efectos, la misma verdad se comprueba, pues cualquiera que llega a leer este libro siente en su corazón un incendio soberano del amor divino, una devoción fervorosa a las virtudes, unos eficaces deseos de servir y amar a Dios y unos altos propósitos de aborrecer y apartarse de las más leves culpas, haciendo mudanza a mayor perfección de vida. Ignitum eloquium tuum vehementer era la pinta por donde el real profeta conocía las palabras de Dios; y dice san Ambrosio: “Ignis ergo hic sermo Christi est, et bonis ignis qui calefacere novuit, exurere autem nisi sola nescit”. Todo se experimenta en esta obra y más con el ejemplo de muchos sujetos que, habiendo conseguido el leerla, se han reducido a más perfecta y religiosa vida. Y así me parece que toda ella contiene en sí una sabiduría divina participada por especial modo de aquella sabiduría increada y comunicada a esta humilde criatura, para reformación general y particular de las costumbres, verificándose en ella lo que el Espíritu Santo en el Eclesiástico afirma: Ego Sapientia effudi flumina ; penetrabo omnes inferiores partes terra, et inspiciam omnes sperantes in Domino. Adhuc doctrinam quasi prophetam effundam, et relinquam illam quarentibus sapeintiam, et non desinam in progenies illorum, usque in aevum sanctumc
c Ecclesiasti. cap. 24, n. 45.
.
Por lo cual y no contener este libro doctrina alguna que se oponga a nuestra santa fe católica, a los sagrados concilios ni a lo que los doctores y padres de la Iglesia enseñan, es bien se dé a la imprenta para que salga de escondido este tesoro soberano, para enriquecer con él las almas de virtudes y de amor divino. Júzgole camino cierto y seguro para guiarnos con acierto a la patria, motivo que empeña a que se comunique públicamente, sin dejarlo en la retirada esfera de manuscrito (en la cual ha corrido por todas las sagradas religiones, con singular aprovechamiento, y aplauso) no sea que se note en su retiro lo que advierte el Espíritu Santo: Sapientia enim abscondita, et thesaurus invisus quae utilitas in utrisque?d
d Ecclesiast. c. 41, n. 37.
Y más cuando de que se publique se sigue el conocimiento y veneración de la venerable madre María de la Antigua , el crédito de nuestra religión reráfica, de quien fue hija, y el provecho universal de la iglesia, que es el fin último y principal a que este libro se encamina, hallando el que leyere en él lo que san Basilio, el de Celeucia [Seleucia], buscaba: Quali studio Paradisus pie ex colatur, quomodo Coelum captetur, quomodo quia Coelestes thesauros mundinetur, quomodo quis Christum pro hereditate capiat, quomodo cum Christo regnet, quomodo hebonam fugiat, quomodo venturos ignes superet, quomodo iudicio devitato iudicis amicus adstete
e Num. I, tit. 14.
. Así lo siento, salvo etc. En este real convento y casa grande de Sevilla, en 10 de mayo de 1675.
Fray Gabriel de la Sierra Rubalcaba.

[h. 3r]

Censura del muy reverendo padre Ignacio de Zuleta , de la compañía de Jesús, predicador de su majestad, calificador del consejo de la suprema y general inquisición y de sus reales juntas.

Por comisión del señor doctor don Francisco de Forteza, abad de san Vicente, dignidad en la santa iglesia de Toledo y vicario general de esta villa de Madrid y su partido, por el eminentísimo señor don Pascual de Aragón, cardenal de la santa iglesia de Roma, arzobispo de Toledo, primado de las Españas, etc. He visto este libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, escrito por la venerable madre María de la Antigua , religiosa profesa de velo blanco de la esclarecida orden de Santa Clara en el convento de la villa de Marchena, de la santa provincia de Andalucía, que saca a luz el padre predicador fray Pedro de Valbuena , hijo de la santa recolección de la misma provincia y definidor habitual. Y suponiendo lo que todos debemos que a semejantes escritos no se le debe dar más que una fe humana, apoyada de la sanidad de la doctrina y buen crédito de la santidad de la autora, que de esta manera se han aprobado las revelaciones de santa Brígida, las de santa Gertrudis, las de santa Hildegardis, santa María Magdalena de Pazis y otras de este siglo, confieso que he alabado a Dios por la liberalidad con que se comunica a la almas y especiales favores con que en todos siglos, y muy en particular en el presente, ha tratado a la sagrada religión del seráfico patriarca san Francisco, revelando sus secretos y repartiendo tan liberalmente sus gracias a tantas hijas suyas, que no enseñadas en las escuelas de la humana sabiduría, sino alumbradas con la interior luz del Espíritu, han sido escogidas por intérpretes de sus misterios y maestras de sus verdades, confundiendo a los sabios del mundo y acreditando sus palabras, que aseguró que a los menores y pequeños por humildad revelaría lo que a los grandes por presunción escondía su providencia. Experiméntase así en esta obra, pues una mujer en el humilde estado de lega y despreciado ejercicio de una cocina se ve hecha blanco de regaladísimos favores de Dios y alcanza escondidos secretos de sus misterios; y maestra de virtudes, alumbra las almas en el camino del espíritu, dando utilísimos documentos para la perfección y descubriendo los lazos y peligros que el enemigo común pone en este camino. Y échase de ver es Dios que en ella habla, pues sus palabras, al mismo tiempo que ilustran el entendimiento para conocer la verdad, encienden el corazón para amarle y fervorizan la voluntad para emprenderla. No deben escandalizar las reprehensiones que aquí se leen de los divertimientos de algunas Religiosas, pues son celosos sentimientos de Dios de la poca fe que le guardan sus esposas; y siempre es bien se pondere y condene este género de desorden que tanto ofende a Dios, desacredita sus cosas y escandaliza el pueblo cristiano. Y en cuanto al particular intento en que la venerable madre unió y a quien parece más inmediatamente se dirigen estas reprehensiones, no se debe perder por ellas, así porque aun entonces (como de estos escritos se colige) florecían en él religiosas de muy alto espíritu y muy regaladas de Dios, que podían ser desagravio de otras no tales, como porque las voces de Dios y ejemplos y oraciones de la venerable madre tuvieron tal logro que es hoy uno de los más observantes conventos de aquella santa provincia, de que puedo testificar, porque asistí algún tiempo en aquella villa.
Dejando pues elogios y ciñéndome a la censura que se me manda, digo que no he encontrado en este libro cosa que desdiga de nuestra católica doctrina ni ofenda las costumbres, antes sí un paralelo de las revelaciones de santa Brígida e insinuaciones divinas a santa Gertrudis, en que se declaran muchos misterios divinos, se explican amorosas finezas de Dios con sus esposas y se dan utilísimas doctrinas para todos los que tratan de perfección. Y así no solo puede darle al muy reverendo padre fray Pedro de Valbuena la licencia que se pide, sino se le deben dar muchas gracias por el buen celo con que ha trabajado en que tan útiles escritos se publiquen para la honra y gloria de Dios y provecho de las almas. Así lo siento, salvo etc. En este colegio imperial de la compañía de Jesús de Madrid, a treinta y seis de octubre de mil seiscientos setenta y cinco años [1675].
Ignacio de Zuleta

[h. 3v]

Licencia del ordinario de Madrid

Nos el doctor don Francisco de Forteza, vicario de la villa de Madrid y su partido, electo obispo de Zaragoza en Sicilia, por el presente y por lo que a nos toca, damos licencia para que se pueda imprimir e imprima el libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, escrito por la venerable madre sor María de la Antigua , religiosa de la orden de Santa Clara, sacado a luz por el Padre fray Pedro de Valbuena , religioso y predicador de nuestro padre san Francisco. Atento nos consta no tener cosa contra nuestra santa fe y buenas costumbres. Dada en Madrid a siete de noviembre de 1675 años.


Doctor Forteza.

Por su mandado Christóval [Cristóbal] de Cepeda

Parecer del muy reverendo padre Ignacio de Zuleta de la Compañía de Jesús, predicador de su majestad, calificador del consejo de la suprema y general inquisición y de sus reales juntas.

Mándame vuestra alteza
que dé mi parecer acerca del libro que el muy reverendo padre fray Pedro de Valbuena quiere sacar a luz, intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, escrito por la venerable madre sor María de la Antigua , religiosa profesa de velo blanco de la esclarecida orden de Santa Clara, en el convento de la villa de Marchena. Y si como se me manda censura, se me encomendara elogio, tenía mucho en que explayarme en la recomendación y alabanzas de tan piadosos escritos, porque en todos ellos se hallan utilísimas doctrinas y admirables enseñanzas y que en su modo de hablar se conoce que es de Dios la habla. Es prodigio de la gracia de Dios que una mujer que solo trató en este mundo de los ministerios humildes de su comunidad, en total retiro de criaturas, alcanzase tan sólida doctrina y con tanto acierto y piedad la explicase. Sin duda halló su majestad en aquel puro espíritu la disposición que echó menos en muchos letrados, sobrados de letras y faltos de espíritu. Pero reduciéndome a la obediencia de censura, digo que no hay en estos escritos cosa alguna que desdiga la sana y segura doctrina de nuestra santa fe católica ni buenas costumbres, antes en ellos se halla tan buena y útil doctrina que será de mucho provecho a la república cristiana salgan a luz. Este es mi parecer. En este imperial colegio de Madrid, a 18 de noviembre de 1675 años.
[h. 4r]

El Rey

Por cuanto por parte de vos fray Pedro de Valbuena , predicador de la recolección de la provincia de Andalucía, de la orden de San Francisco, se nos ha representado que la madre sor María de la Antigua , religiosa profesa de velo blanco de la orden de Santa Clara, en el convento de la villa de Marchena, había escrito unos pliegos en cuatrocientas treinta y cuatro hojas, de cuya vida, virtudes y milagros se habían hecho informaciones. Y porque dichos escritos sería muy conveniente que se diesen a la imprenta, respecto de tener licencia del ordinario y de su religión, se nos suplicó nos sirviésemos de concederos licencia y privilegio para poder imprimir y vender los dichos pliegos por tiempo de diez años o como la nuestra merced fuese. Y visto por los del nuestro consejo y como por nuestro mandado se hicieron las diligencias que por la pragmática últimamente hecha sobre la impresión de los libros, fue acordado debíamos mandar dar esta cédula para vos en la dicha razón y nos lo tuvimos por bien. Por la cual os damos licencia y facultad para que por diez años primeros siguientes y no más podáis imprimir y vender vos, o la persona que vuestro poder tuviere y no otra alguna, el dicho libro que original en nuestro consejo se vio, que va rubricado y firmado al fin de Miguel Fernández de Noriega, nuestro secretario y escribano de cámara más antiguo de los que en él residen, con que antes que se venda se traiga ante ellos juntamente con el original para que se vea si la dicha impresión está conforme a él; o traigáis fe en pública forma cómo por corrector por nos nombrado se vio y corrigió la dicha impresión por el dicho original; y se tase el precio por que se ha de vender. Y mandamos al impresor que imprimiere el dicho libro no imprima el principio y primer pliego ni entregue más que uno solo con su original al autor o persona a cuya costa se imprimiere, y para efecto de la dicha corrección, hasta que antes y primero el dicho libro esté corregido y tasado por los de nuestro consejo. Y estándolo y no en otra manera, puedan imprimir el dicho principio y primer pliego y segundo donde se ponga esta nuestra cédula y la aprobación que cerca de ello se hizo por nuestro mandado, y la tasa y erratas, pena de caer o incurrir en las penas contenidas en las leyes y pragmáticas de estos nuestros reinos, que sobre ello disponen. Y mandamos que ninguna persona sin vuestra licencia pueda imprimir el dicho libro; y si lo hiciere, haya perdido y pierda todos y cualquier libros, moldes, y aparejos que de ellos tuviere y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís, la tercia parte para nuestra cámara y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para el denunciador. Y mandamos a los del nuestro consejo, presidentes y oidores de las nuestras audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra casa y corte y chancillerías, y a todos los corregidores, asistentes, gobernadores, alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces y justicias cualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de estos nuestros reinos y señoríos, y a cada uno en su jurisdicción, que os guarden y cumplan esta nuestra cédula, y contra lo en ella contenido no vayan, ni pasen ni consientan ir ni pasar en manera alguna, pena de la nuestra merced y de diez maravedís para la nuestra cámara. Dada en Madrid a veintiún días del mes de noviembre de mil seiscientos setenta y cinco años [1675].


Yo el Rey.

Por mandado del rey nuestro señor,
don Gerónimo de Eguía



[h. 4v]

Aprobación del muy reverendo padre Juan de Cárdenas , de la compañía de Jesús, provincial que fue de su provincia de Andalucía

Por comisión del señor doctor don Gregorio Bastán y Arostegui , racionero de la santa iglesia catedral de Sevilla, provisor y vicario general de este arzobispado, por el ilustrísimo y reverendísimo señor don Ambrosio Ignacio Spínola y Guzmán, arzobispo de Sevilla, del consejo de su majestad, etc. He visto con grande atención un libro que intitula Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, el cual es un compuesto de todos los papeles que por mandato de su confesor y por especial inspiración de nuestro Señor escribió la venerable madre María de la Antigua , religiosa del convento de Santa Clara de Marchena. Y juzgo, en primer lugar, que no contiene cosa alguna que oponga a la doctrina de nuestra fe católica ni a las buenas costumbres. Demás de esto me persuado ser utilísimo este libro para el aprovechamiento de las almas, porque contiene doctrinas altísimas y sutilísimas de lo más acendrado del espíritu y enseña, con admirables documentos y práctica de ellos, cómo se ha de desprender el corazón humano de todas las correspondencias y afectos desordenados de criaturas y de las malas raíces del amor propio, para que, quedando puro y limpio el corazón, se haga capas de la grandeza del amor divino. Y son de tal calidad estas doctrinas, que ellas mismas dan testimonio del espíritu de Dios con que se escribieron. Y considerando que quien escribió estas cosas fue una mujer ignorante con lo natural, alabará al padre, señor de los cielos y tierra, porque escondió estas cosas de los sabios y prudentes de este siglo y las manifestó a los pequeñuelos. Por lo cual estoy persuadido a que esta lección ha de dar grande luz a las personas que desean la perfección y ha de inflamar las voluntades. Demás de esto juzgo que ha de ser grande utilidad para que los maestros de espíritu sepan discurrir en las materias espirituales y para gobernar con la enseñanza de estas doctrinas a las almas que tienen a su cargo. Por todo lo cual juzgo que puede vuestra merced dar la licencia que se pide para imprimir esta obra, para la utilidad pública.


Fecha en esta casa profesa de la compañía de Jesús de Sevilla, en 1 de enero 1677.


Licencia del ordinario de Sevilla

El doctor don Gregorio Bastán y Arostegui , racionero de la santa iglesia metropolitana de esta ciudad de Sevilla, provisor y vicario general en ella y su arzobispado, por el ilustrísimo y reverendísimo señor don Ambrosio Ignacio Spínola y Guzmán, mi señor, por la gracia de Dios y de la santa sede Apostólica, arzobispo de esta ciudad y arzobispado, del consejo de su majestad, etc. Doy licencia, por lo que me toca, para que se pueda imprimir e imprima un libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, el cual parece se compone de la doctrina mística que escribió la venerable madre María de la Antigua , religiosa en el convento de santa Clara de la villa de Marchena de este arzobispado, cuya solicitud corre por el cuidado del reverendo padre fray Pedro de Valbuena , religioso de la orden de san Francisco, de la observancia en su santa recolección en esta provincia de Andalucía, con licencia de su superior, atento de ser copia fiel y verdadera del original que escribió dicha madre sor María de la Antigua , según consta de información judicial que a petición de dicho padre fray Pedro de Valbuena hizo el vicario de Marchena, haciendo oficio de provisor y vicario general en ella. Y asimismo cometí al licenciado don Francisco Salgado, persona de toda satisfacción, fidelidad y legalidad, como secretario de su ilustrísima, para que viese y cotejase todos y cada uno de los capítulos de verbo ad verbum, que habiéndolos leído, y cotejado y hallado estar fiel y verdaderamente copiados, lo certifico y firmo. Y atento a que esta obra no contiene cosa que lo impida, sobre que ha dado su censura y parecer el muy reverendo padre Juan de Cárdenas , insigne teólogo de la compañía de Jesús a quien lo cometí, la cual censura y esta mi licencia mandé se imprima también al principio de cada volumen. Dada en Sevilla en 5 días del mes de octubre de 1677 años.


Doctor don Gregorio Bastán y Arostegui

, por mandado del señor provisor Antonio de Espinosa

[h. 5r]

Fe de las erratas


Licenciado don Joseph Marín

Tasa

Miguel Fernández de Noriega, secretario del rey nuestro señor y escribano de cámara más antiguo del consejo, certifico que habiéndose visto por los señores de él un libro intitulado Desengaño de religiosos y de almas que tratan de virtud, que escribió la venerable madre sor María de la Antigua , que con licencia y privilegio de dichos señores ha sido impreso, tasaron cada pliego a seis maravedís. Y dicho libro parece tiene doscientos y cuatro pliegos, sin principios ni tablas, que a dicho respecto importa mil doscientos veinte y cuatro maravedís; y a dicho precio y no más mandaron se venda y que esta certificación se ponga al principio de cada libro, para que se sepa el precio a que se ha de vender. Y para que conste, doy certificación en Madrid, a doce días del mes de abril de mil seiscientos setenta y ocho años [1678].
Miguel Fernández de Noriega

[h. 5v]Señor
4Autor: Fray Pedro de Valbuena. . Sea por soberanía del creador o sea por limitación indispensable de la criatura, ninguno que en límites de lo criado se contiene es bastante a ser por sí. No hay alguno que no necesite de superiores influjos para su principio y conservación. Y guardando proporción, en cuanto se permite entre divino y humano para nacer y conservarse en la estimación y gracia de las gentes, todos, hasta los hechos más heroicos, tienen necesaria dependencia de los influjos auxiliares de superior numen. Ninguno, si le falta un mecenas, es bastante solo a ser feliz h
h “Nulli cuiquam tam clarum ingenium est, et possit mergere, nisi allí commendari contingat”, Plin. lib. 6 epist. 23.
. Por eso, a la falta de mecenas que auxiliaba, sucedieron las desestimaciones en el imperio que César regía, las cuales no se hubieran reconocido si el favorable consejo no hubiera faltado i
i “Horum nihil accidisset, si Mezenas vixisset”, Senec. lib. 6. de benefic. cap. 32.
. En este dictamen se funda aquella política tan establecida en el mundo que afirma que a las cosas les da el ser quien a las cosas les da el lucir. Y la caída de las estrellas, que evangeliza san Mateo, la entienden de la carencia de luces que las comprenderá por estar el sol oscurecido j
j “Sol obscurabitur, et luna non dabit lumen suum, et stellae cadent de coelo”, Mat., c. 24, n. 29. Origin. in Cat. His ergo contingentibus super solem lumen etiam stellarum deficiet, et quidquid remanserit in eis, quasi terrenum cadet”.
.
Yo pues, señor, pretendo sacar a luz los escritos de la venerable madre sor María de la Antigua y creo que lo consigo llegando a rendirlos a los tutelares rayos de vuestra real majestad. Y dije bien sacar a luz, pues yendo a sacrificarlos, los enciendo, que sin duda alguna con tan magnífico y real patrocinio se esparcirán gloriosamente las llamas de devoción y espíritu que contienen. Viviendo la venerable madre y dedicándolos como yo a vuestra real majestad acertar pudo otro tanto; no ganar en el acierto, que cuando la elección se termina a quien no puede ser más, es lo más que puede ser.
Será el mayor blasón de estas obras que les ilustre la frente la prescripción magnfica del nombre real y augusto de vuestra majestad; será el más útil, pues las hará felices y defendidas. Atenciones humanas hay no menos rígidas que el veneno, pues, como él en lo más sazonado del corazón, lastiman ellas en lo más puro de los esplendores. Pero esta fiereza ante la majestad o espontáneamente se rinde o con violencia la comprime el real respeto. Hasta los irracionales en el paraíso rindieron su orgullo y humillaron su fiereza a los respetos de Adán, único señor supremo k
k “Deus creavit de terra hominem: et dedit illi potestatem eorum, quae sunt super terram. Possuit timorem illius super omnem carnem, et dominatus est bestiarum et volatilium”, Ecclesiastici, c. 17, 1-4.
. Luego serán defendidos con tan real sombra estos escritos y felicidad no les podrá faltar, pues nada es tan proprio del ser real como ser origen de la dichosa fortuna l
l “Quid tam regium quam fecisse foelicem”, Casiodoro, lib. 2 epist. 11.
. Corran, pues, felices con el nombre de vuestra real majestad estos escritos, salgan, señor, defendidos.
De mucho interés es tan real protección, pero mayor elogio de vuestra majestad es dar supremos motivos para buscarla. Los que a mi razón y confianza se ofrecen son de la piedad y clemencia, que entre los regios atributos que más descuellan en vuestra majestad se predica triunfadora. Pronóstico feliz es de nuestro gozo y de nuestra dicha: es nuestro gozo de la vida de vuestra majestad, que se asegura por piadosa en la tutela y protección divina m
m “Qui pronus est ad misericordiam benedicetur”, Prov., c. 22, n. 9.
; porque aunque el poder posee las riquezas, aunque el poder gobierna las armas, sin duda la piedad y misericordia conquistan mejor para nosotros el mayor gozo en la seguridad de la vida de nuestro rey y para vuestra majestad, el mayor lauro. Óptimo Máximo, llamaron los antiguos al dios Júpiter y antepusieron el ser mejor al ser grande ; porque esto [h. 6r] lo adquiere la riqueza y aquello solo la misericordia lo consigue n
n (7) “Jupiter (idest iubant Pater) a maioribus nostris Optimus Maximus dicitur, et quidem ante Optimus, quam Maximus; quia maius est certeque; gratius prodesse omnibus quam magnas opes habere”. Cicer., lib. 2 de nat. Deorum.
. ¡Gran atributo el que insinúa lo mejor de la deidad! Este pues atributo regio, esta misericordia majestuosa, que en vuestra majestad se prefiere, alienta mi confianza y mueve el ánimo a solicitar en ella seguridad. Llegar yo a dedicar estos escritos con rendimiento y veneración es hacer lo que debe mi humildad, salir la confianza triunfando con el favor será todo debido a la misericordia de vuestra real majestad.
De parte de las obras es preciso buscar proporción al real respeto, que para presencias reales solo debe admitir lo selecto. Nada se ha de hablar, dijo Eurípides, en la presencia de un rey que no engendre espíritus gloriosos o
o (8) “Neque enim jucunda convenit dicere, sed ex quo aliquis gloriosus fiat”, Euripid. in Hipol.
. Política que observó el príncipe de los apóstoles, san Pedro, prefiriéndose a responder a Cristo antes que alguno del colegio apostólico, que no hubiere participado tanta luz, respondiese lo que no fuese decente ni plausible en la presencia del rey de gloria p
p (9) “Vos autem quem me esse dicitis ? Respondens Simon Petrus, dixit”, etc., Math., 16, 15 et sq. Super quod Franc. Luc. ante caeteros sententiam dicere voluit, eo magis quod metueret nequis eorum indignus, aut abiectius quid proferret, quam Christi Maiestatem diceret.
. Mas estas obras de la venerable madre pueden llegar sin este recelo a la real presencia de vuestra majestad: son obras reales, señor, pues son dictadas por el rey Cristo y aun tal vez se pincelaron líneas con su divina sangre q
q (10) Lib. 6 cap. 31.
. Son reales pues en ellas se halla revelada la entrada en el cielo del gran rey Felipe segundo , con muestras de que Dios les ha de dar a su reino, hijos y nietos, un reino de claridad y llamas de amor divino r
r (11) Lib. 3 cap. 35.
. Son reales pues en ellas se ostenta el rey del cielo velando en la guarda de este reino, siéndole amparo, escudo y defensa, en correspondencia al amoroso desvelo con que el señor rey Felipe tercero solicitaba cuidadoso encender en llamas de amor divino las voluntades de los hombres y príncipes de la tierra s
s (12) Lib. 7 cap. 11.
. Demás de esto sus palabras son todas para inflamar devotamente el espíritu, porque se hallan tan maravillosamente escritas para la utilidad, con tanta eficacia en las razones para la devoción y con profundidad tan misteriosa en el significar, que se conoce bien que estos escritos de la venerable madre son más dictados por el espíritu divino, que fabricados por entretenimiento humano. Todo lo que es elogiarlos es menos que lo que ellos se acreditan, porque contienen cuanto en voto del artífice del bien decir hizo plausible el estilo de las obras del padre de la elocuencia romana. Celébrolas diciendo que lo nervoso de las razones, lo fuerte y justificado de la persuasión no consistía en el dulce sonido de afeminadas voces, sino en valentía fuerte de la sangre y del valor t
t (13) “Ornatus virilis, fortis et sanctus, nec effeminatam levitatem, nec fuco eminentem colorem sed sanguine et viribus nitentem” Quint., lib. 3.cap. 8.
. Mas esto que Quintiliano nunca pudo decir de Cicerón, sin dar en los fondos de la lisonja, se halla sólida y verdaderamente en los escritos de la venerable madre, pues su adorno es varonil, fuerte y santo, sin descaecer a lo afeminado ni mendigar su eficacia de hermosas afectaciones, porque toda su hermosura y nervosidad valiente la participan del Espíritu Santo, que dictaba, y de la sangre de Jesucristo con que tal vez se escribía u
u (14) Lib. 6, cap. 31.
. Obras, pues, de la sabiduría de un Dios amante y señaladas con la preciosa sangre de un rey divino buena recomendación tienen para la aceptación de un rey católico: títulos son que no niegan proporción al majestuoso respeto.
Ni me retrae de este dictamen el considerar la pequeñez y humildad del instrumento por quien Dios ofreció al mundo estas doctrinas celestiales: no me retrae, digo, el ser una mujer humilde, una religiosa de velo blanco, que es el grado menor entre las religiosas, porque el señor Dios, que de las piedras se fabrica espíritus soberanos v
v (15) “Potens est Deus de lapidibus, suscitare filios Abrahae”, Math. c. 3, n. 9.
; porque Dios, que puso en los labios del bruto más ajeno de sabiduría la más eficaz y entendida corrección de un profeta x
x (16) “Aperuit que Dominus os asinae, et locuta est : quid fecisti? Cur percutis me? Ecce iam tertio?” Numeror, c. 22, n. 28.
; porque Dios, que del corazón humilde de una mujer de la plebe levantó plausibles alabanzas de Jesucristo y de María santísima su madre y
y (17) Extollens vocem quaedam mulier de turba dixit illi : beatus venter, qui te portauit, et vbera quae iuxisti. Luc. Cap. II, num. 27.
, dispuso también que una humilde hija del serafín en carne san Francisco, religiosa profesa del ameno jardín de santa Clara, fuese la que con sus escritos solicite las alabanzas divinas, fuese la que refrenó el despeño de los vicios y fuese, en fin, la que a los helados corazones en la devoción [h. 6v] los vivifique y encienda en los amores de Dios. Humilde y pequeñuela fue la autora de estos escritos, no se puede negar, pero eso engrandece más la admirable sabiduría divina.
Significose esta humilde sierva del Señor en aquella misteriosa fuentecilla de quien dice el Espíritu Santo que nació retirada como humilde, sellada como esclava z
z (18) Fons signatus. Cant. 4 cap. num. 12.
, y que después creció a tan abundantes caudales, que vertiendo gran copia de aguas vivas, fertilizó los huertos y se mereció admiraciones a
a (19) Fons horrorum, puteus aquarum viventium, quae fluunt impetu de libano, ibi n. 15. Super quod Gilibert in capituli principio astius fons dicta est sponsa, et nunca in fine, fontis eam impartit vocabulo dilectus suus ab vberta te inchoat, et in senecta vbere multiplicatur.
. De la humildad y abatimiento en que empezó esta venerable madre, ella misma hace mención, mas la grandeza de espíritu a que llegó no la escribe su humildad, pero en sus obras dejó tantos testigos que lo publiquen como capítulos tienen sus escritos. Ya que viviendo no pudo ser de todos conocida, ellos la harán al mundo bien notoria. Consiguió, sin duda, con humildad la fama que deseó Plinio con ambición, cuando dijo: “Ya que no se nos concede una dilatada e inmortal vida, dejemos obras heroicas que testifiquen que hemos vivido”b
b Cum denegetur din vivere, relinquamus aliquid quo nos vixisse testemur. Plin. Iunior, lib. 3 epist. 2.
. Pero esta que él expresó con discreta vanidad, alcanzó la venerable madre con la verdad sólida y admirables noticias de sus escritos, que será inmortal memoria y claro indicio de la grandeza inopinada a que Dios la sublimó. Y así la humildad del sujeto a quien Dios engrandeció con tan elevadas inteligencias no pudo retraerme de consagrar a vuestra real majestad sus escritos.
Fuera de que no puedo negar la obediencia a superior determinación de Dios, que con divinas ilustraciones insinuó a la venerable madre que estos escritos se dedicasen a vuestra majestad, diciéndole que estas doctrinas tienen que ser armas con que las almas se libren de la esclavitud del demonio y con que sea vencido este enemigo, pero que esta victoria se ha de conseguir con la protección de un niño: Yo levantaré (le dijo) contra Nabucodonosor un niño, que venza su poder y con el desharé todo el poder del que para mi ofensa lo tiene c
c Lib. 5 cap. 12.
. Y en otra ocasión con equivalentes voces: Ya tengo dicho, que un niño tiene de ser el medio para levantar mi casa y volver por mi honrad
d Lib. 7 cap. 23.
. Y porque no quedase duda de que vuestra majestad era el niño de quien Dios le hablaba, en la inmediata ocasión le dijo Yo, hija, quiero juntar esta pared de la cocina (era junta a ella el sitio donde escribía estas celestiales doctrinas que Dios le dictaba) con el palacio del rey y es mi voluntad que este edificio se ampare y defienda. Claro está que en la pared no se significó la fábrica material, sino la espiritual, que en tan útiles doctrinas edificó Dios por su sierva. Y también que en el palacio del rey que ampare y defienda solo se entiende la protección de vuestra real majestad. Y así, señor, llevado de esta determinación superior, esta protección real es la que humilde suplico y con rendida confianza la espero de vuestra real majestad, por grande, por misericordioso y por católico: por grande, por dar felicidad en la protección; por misericordioso, para amparar la pequeñez humilde; y por católico, para solicitar en las almas incendios de amor divino. Que siendo esto imitación de los gloriosos ascendientes de vuestra real majestad, diré mejor que Plinio en otra ocasión: O te beatum adolescentem, qui cum potissimum imitandum habes, cui natura te simillimum ese voluit! No más, señor, sino que Dios guarde a vuestra Majestad felices años.


Besa los pies de vuestra real majestad
fray Pedro de Valbuena



Notas marginales [h. 7r]

Introducción a los escritos de la venerable madre María de la Antigua , religiosa donada profesa en el convento de Santa Clara de la villa de Marchena, dividida en dos partes

Esta introducción no tiene firma, aunque se puede suponer que es de fray Pedro de Valbuena, encargado de preparar la obra y promotor de su edición. Parte Primera. Contiene una breve relación historial de la vida y ejercicios espirituales de esta sierva de Dios y dichosa muerte... [h. 15v]
[h. 15v] Parte segunda. Juicio práctico y doctrinal de las revelaciones y doctrina que contienen estos escritos... [h. 17v]


1. Se atribuye a un Jesús, hijo de Sirac o Sirach la redacción del libro de la Biblia Eclesiástico.
2. Ecclesiasticus, 24, 40.
3. Ecclesiasticus, 24, 41-42.
4. Autor: Fray Pedro de Valbuena.
. Esta introducción no tiene firma, aunque se puede suponer que es de fray Pedro de Valbuena, encargado de preparar la obra y promotor de su edición.